Queridos amigos, ¿cómo lleváis el verano? Yo lo llevo bien, más entretenido de lo que pensaba, pero eso no me hace olvidar el invierno.
Todas las temporadas son buenas, unas mejores que otras, sin duda. Quizás la que terminó a finales de abril, para mí, fue la mejor. Es difícil saberlo, pero sin duda una de las mejores.
Hoy he dado una gran vuelta en bici (no hay que dejar que los excesos del verano arruinen nuestra forma física), y venían a mi cabeza imágenes y recuerdos de la temporada pasada. Momentos especiales. Me apetece revivir alguno con vosotros.
Familia.
Siempre son de los mejores de la temporada los días de esquí en familia. Se reúnen una serie de circunstancias que los hacen especiales. Y este año no iba a ser de otra manera.
Pero es curioso que el mejor día de la temporada con la familia, y eso que hemos tenido bastantes y variados días de esquí juntos, fuera el primero. Al menos para mí lo fue.
Era un día en el que la estación, a la hora que subimos nosotros, todavía no había recibido el grueso de la gente que llegaría más tarde. Hacía un sol precioso y un fresquito necesario en aquellos primeros días de temporada para la fabricación de nieve. Los cañones estaban, en esa primera hora de la jornada, a tope. Y teníamos pistas (varias) para nosotros solos. ¿Qué más podías pedir? A todo eso podías sumar la alegría de los niños al deslizarse por primera vez después de muchos meses deseándolo, probando sus adquisiciones recientes de material, sintiendo el fresquito en la cara y la velocidad y la tranquilidad de poder esquiar casi solos… Unas primeras horas de esquí inolvidables. Uno de los mejores momentos de la temporada.
Quedada.
Las “Quedadas” de Nevasport son siempre unos días especiales. Te encuentras con amigos a los que tienes ganas de ver, saludas a conocidos de hace años, conoces siempre a gente interesante a la que sigues por Nevasport o incluso por las Redes Sociales, disfrutas del esquí y, está claro, algunos le sacamos un buen partido a la noche en forma de diversión.
En esta quedada, como en todas, hubo muchos momentos especiales. Sin duda uno de ellos fue esquiando. Sí, también esquiamos en las quedadas, sé que hay gente que piensa que no, pero esquiamos y bastante. Incluso hay moementos en los que lo hacemos bien, o casi.
En esta ocasión, en Port Ainé, habíamos estado esquiando desde un poco antes de las 10 de la mañana, y cuando ya eran prácticamente las dos de la tarde decidimos probar una pista que no habíamos probado.
Los grupos de esquí en las quedadas siempre son muy hetereogéneos. Eso, que en otras circunstancias puede no ser demasiado bueno, sí que lo es en las quedadas: es divertido.
A lo largo de la mañana habíamos esquiado con diferentes grupos, todos ellos interesantes. Pero al final de la mañana nos quedamos Soto, al que conocéis como forero habitual, Olasnieve, gran bloguero de esta casa, una chica que yo acababa de conocer, Marina, y yo mismo. Un grupo bastante homogéneo, marcando yo el nivel por abajo.
Marina Vila había venido desde Baqueira, donde da clases de esquí, a saludar a amigos de Nevasport. Desde el primer momento me encantó su manera de esquíar. Su suavidad, su manera de utilizar el interior (que puede que no siempre sea bueno, pero seguro que no siempre es malo), sus giros precisos, suaves, elegantes y técnicos. Perfecta y elegantemente vestida cerraba el conjunto con una sonrisa perenne y unas ganas tremendas de hacer siempre una bajada más. Incansable.
Habíamos participado en la carrera de Nevasport y se habían cruzado, yo no me atreví, la piscina sin apenas mojarse.
Pues bien, decidimos bajar hasta la silla más baja de la estación, o al menos de lo que había abierto ese día. Desde arriba. Esquís GS todos menos Marina, con unos SL “cerrados”. Velocidad, canto y para abajo.
Desde el principio decidí que prefería apostar por la técnica de Marina e intentar cerrar los giros detrás de ella que la velocidad pura que te pueden dar unos GS llevándolos sobre el canto y en “su” radio. Siempre hay un momento en el que la velocidad te llama y te quieres ir con ella, pero contuve esas ganas y fui algo más lento. La nieve se había roto ya hacía un rato y estaba bastante primavera en la parte más baja de la estación. Pero primavera no quiere decir mala, quiere decir “disfrutona”, y la disfrutamos hasta abajo, giro a giro sin perder ninguno. Olasnieve y Soto iban más rápido, pero no mucho más y no los perdíamos de vista. Que ellos fueran más rápido no quiere decir que nosotros fuéramos lentos. Recuerdo haber pasado cerca del Abuelo Carver y saludarle casi sin darle tiempo a vernos bien. ¡Cuánto daría ahora por repetir esa bajada!
Y la repetimos, casi de la misma manera. Pero no fue lo mismo. Fue casi igual, pero en ese “casi” está la diferencia que marca la primera vez, la sensación de disfrutar mucho una cosa, de sentirte feliz en un momento irrepetible, del esquí al máximo disfrute. En ese “casi” está el porqué de nuestro amor a este deporte que nos lleva a pensar y escribir en agosto como si estuviéramos en mitad de febrero, marzo o abril.
Me reclama ahora el verano, sigo luego contando alguno de esos momentos especiales que me han venido a la cabeza.
Espero que estéis disfrutando el verano. Nos vemos enseguida.
