Polvo y polvazo

Polvo y polvazo
Estos fueron los títulos de dos de mis primeros artículos en el blog. Dos de los artículos más leídos. Dos días memorables de esquí. De esos que recuerdas después de mucho tiempo. Mientras termino dos nuevos artículos con excelentes colaboraciones os he hecho un "remix" por si ayudan a que paséis un buen rato de lectura ahora que ya aprieta el calor. Pronto volvemos con lo que está en el horno.

Y llegó por fin.

Después de los avisos de los medios durante toda la semana y, para descanso de todos los esquiadores, la nieve llegó por fin. Y lo hizo con fuerza.

El sábado 31 no iba a ser un día de esquí cualquiera. Y cualquiera lo sabía. Desde primera hora de la mañana algo flotaba en el ambiente, y en esta ocasión no era un sueño, ni una ilusión. Nada más salir de casa cientos de miles de copos de nieve flotaban en el aire y se depositaban suavemente, como quieres que se depositen, junto a sus hermanos, sin empujones, con mimo, sin fundirse ni apretarse, sin mojarse ni congelarse. Se van poniendo justo como tú quieres, como lo has soñado, como lo estás esperando, pero en esta ocasión ellos te están esperando a ti. Saben lo que quieres y te lo van a dar. Solo tienes que ir a buscarlo. ¿Quieres? ¿De verdad quieres? Porque están ahí, pueden ser tuyos. Y no van a estar para siempre, ni te los vas a encontrar en mitad de las pistas de todos los fines de semana, ni en el bar, tampoco quieren que otros te lo cuenten. Ellos te están esperando a ti. Sal a buscarlos.

Para un esquiador turista como soy yo, y como seguramente serás tú, un día de nieve polvo puede ser muchas cosas. Puede ser un día duro en pistas si tu nivel no es muy alto. Puede ser un día de gloria por pista si te gusta disfrutar, como me gusta a mí, de una capa de 20 centímetros de nieve sobre una pista bien pisadita. Puede ser un día de aventuras con los amigos flirteando con la montaña alrededor de las pistas. Esos días en los que buscas que tu huella sea la primera en quedar marcada entre las pistas. Esos días en los que creces como esquiador poniéndote a prueba, utilizando las bondades de tu magnífico material y sacando lo mejor de tu técnica para disfrutar como un niño el día de Reyes. O puede ser un auténtico día de “freeride”.

….

Apuro la comida, perdono el café, orino apretando con todas las fuerzas para tardar menos. Cierro todas las cremalleras, abrocho el casco, ajusto las gafas, limpio las botas, calzo los esquís, aprieto  los guantes, suelto todo el aire, miro, veo una estación repleta de nieve, con no mucha gente y empiezo de nuevo. Recaliento. Está delicioso, saludo a un colega. Misma pista, tomo aire, sigo recalentando, está muy bueno. Esquío bien, estoy en forma, soy suave, soy ligero, soy rápido, sé lo que hago, sé lo que quiero, soy yo. Soy lo que quiero.

Aprendiz de “freerider”.

Y no sé si alguna pista más o cómo fue que, de repente, te encuentras en la silla con “los que saben”. Hablas del día, de la nieve, de todo, te enseñan por dónde se han estado tirando, te cuentan cómo está todo, te dicen cómo están disfrutando y te preguntan. ¿Te vienes? Y todo lo que sabes, todo lo que has leído, todo lo que esquiaste, todo lo que has sido, se va. Te deja. Ya has estado así antes, ya sabes lo que hay. La montaña te da miedo. Esa es la realidad. No quieres, pero esa es la realidad.

Hace años que compartimos estación y hemos compartido bajadas, sabemos cómo esquiamos cada uno, amigos comunes, mismas aficiones, ratos de esquí. En la pista todos esquiamos, unos esquían más y otros esquiamos menos, pero la pista es para todos. La montaña no, la montaña es solo para algunos, y estos son de esos. No elige la montaña, no lo olvides, eliges tú, y ellos un día, decidieron qué querían ser, y querían ser de los que sí. De los que sí pueden. Su esfuerzo les costaría, a cada uno el suyo, pero cada uno tiene ahora su recompensa.

Sí.

Lo he pensado, me he tocado la rodilla, y le pido que se porte bien. Yo me porto bien con ella, y  hago todo lo que me pide, lo llevo haciendo más de un año. No he vuelto a esquiar igual, pero puedo hacerlo. Ella lo sabe y yo también. Yo sin ella no soy nada, pero ella sin mí tampoco, y aquí el que manda soy yo.

“Vamos, pero cuando os vayáis por “lo chungo” yo tomaré mi camino”.

Y al salir de la silla la velocidad es otra, todo sucede al doble de velocidad de la que yo uso. Llegamos a la otra silla, y lo mismo. En lo que yo haría 15 giros ellos hacen tres, o ninguno, pero ahí sigo. El último remonte. Y estamos. Somos unos cuantos, pero ahí estamos la montaña y yo. Ellos toman su camino y yo el mío, cercano a la pista, virgen pero conocido, manto blanco. Ni una huella. Mío, para mí. Detrás viene un grupo, y me siguen a mí, pensarán que soy de los que saben, tengo que darme prisa.

Lo he hecho antes, y no me salía mal. Paciencia, calma, suave, flota, paso a paso, no hay prisa. La teoría la sabemos, vamos. Expiro y salgo, deslizo, soy paciente, giro suave, soy paciente, suelto aire, giro, soy paciente, vamos, giro, lo estoy haciendo, vamos, lo estás haciendo, lo notas, lo eres. Bien, créetelo, vamos, sigue, muy bien, caigo, ufff, revolcón, qué suave está la nieve. ¡Qué gozada! Dentro de lo buenísima que está la nieve (y son más de la tres de la tarde) un talud imprevisto me ha acojonado, si lo volviera a hacer ahora no me caería, o sí, pero no me tiraría el miedo. Un surfero me ha alcanzado y me pregunta, le indico que yo salgo ahí abajo, a la pista, que mis colegas han ido por allí, que debe estar de maravilla, pero se viene detrás mío.

Y bajo hasta la pista. Terminan de bajar ellos. Miro por dónde han bajado. No bajo por ahí ni loco.

La hora de la verdad.

Se está haciendo tarde y quedamos tres. Alex y Albert saben cómo esquío, no entiendo muy bien por qué ellos quieren que vaya, en verdad voy a ser un lastre, y lo saben. Pero me animan y me pongo en sus manos.

— Hago un inciso porque aquí hay una cosa que NO QUIERO que hagan mis lectores turistas. Cada uno es consciente de sus posibilidades, si tú crees que no sabes cuáles son las tuyas piénsalo un minuto, porque a ti no te puedes engañar. Tú sabes lo que puedes y lo que no puedes hacer. En este caso yo me pongo en manos de personas a las que sé capacitadas. Ambos son esquiadores expertos que conocen el terreno que vamos a pisar, que llevan toda la jornada pateándolo y que saben lo que se puede y lo que no se puede  hacer.—

Mismas sillas, mismo remonte. Pero todo ha cambiado. El viento es terrible, la visibilidad es muy escasa. Hace un frío intenso, el viento y la nieve te golpean la cara con fuerza. El equipo que llevo está haciendo su trabajo. Desde la punta del esquí hasta arriba del casco me he gastado una pasta, pero este material vale lo que cuesta. Solo la parte que queda entre la máscara y la parte alta de la boca está sufriendo, lo demás está casi como en el comedor de casa. Ajeno a casi todo mi cerebro va calculando, llegaremos arriba y tiraremos por la pista, pienso. Esto es un infierno.

Pero no. Con gestos me indican por dónde vamos a ir. Y vamos. En tres o cuatro giros hemos salido del infierno de la montaña y nos hemos quedado en el paraíso. No hemos bajado ni 20 metros, pero la orografía es caprichosa y ahí no hay viento. Hay calma, muy buena nieve, y tres tíos dispuestos a disfrutarla. El plan está claro. Alex baja delante, yo le sigo y Albert me vigila por si pasa algo. Chicos, estoy en vuestras manos.

Donde estamos ahora mismo hay una calma tremenda, parece increíble que hace 30 segundos estuviéramos en una tormenta bestial de viento y nieve, parecía que la montaña había enfurecido, y, de repente, todo está quieto. La nieve del suelo está muy buena, suelta, suave, en todo momento llega por encima de las botas, parece la situación ideal, la visibilidad no es perfecta, pero no es mala. Todo está en orden. Lo dicho, primero Alex, luego yo y Albert me vigila.

¿Por dónde? ¿¿¿Quéééééé??? Vale. Voy a ir. ¿Qué puedes hacer a estas alturas? Para arriba imposible, otro camino no hay. Y, sobre todo, quiero bajar por ahí. Veo cómo lo hace Alex, parece fácil, hay una especie de entrada, un pequeño escalón pero con buena nieve. No será para tanto. Y voy.

Desde luego, la calidad de la nieve es tremenda, creo que me asusta mucho más toda la situación que las cosas en sí mismas. Desnivel hay, pero hemos esquiado mucho peores. Estrechez hay, pero no es muy estrecho, la nieve es buena, los esquís son los mismos que los de Albert, y los suyos esquían muy bien. No hay nada que me impida dar lo mejor de mi esquí ahora que lo necesito, pero esquío muy retrasado. Salvo el primer escollo, hago algunos giros, demasiado retrasado, miro para atrás para estar seguro de que Albert sigue ahí arriba, y ahí está. Está siendo testigo de mi cruda realidad, como normalmente va delante no creo que haya visto nunca tanto fallo. Pero en este momento lo único que me importa es no perder la pista de Alex y seguir bajando. Ahora la zona es más asequible y voy mejor, bastante mejor, aunque todavía sea muy mejorable. Llego hasta Alex y veo cómo baja Albert, eso es realmente esquiar, su figura no se descompone en ningún momento, no se ve nada de rodillas para abajo, pero lo que queda encima de la nieve es perfecto. Es tan sencillo como en una pista fácil, pero el decorado es mucho más bonito.

Ahora queda por delante una zona más asequible, la verdad es que no soy capaz de recordar ni cómo esquié ni cómo era. Sé que he visto la misma zona en un video de otro día y no me acuerdo de ella. Sé que fue sin problemas, así que me imagino que no lo haría mal del todo, pero la adrenalina me desborda. Ahí ya está muy próxima la pista, y, supongo, que sin el miedo escénico por medio mi esquí mejora mucho. Así que pista, silla y para arriba, pero a otra zona.

El tiempo aquí parece mucho mejor, pero en realidad creo que la visibilidad es peor. Esta es una zona más boscosa, mucho pino y para mí que están muy juntos, pero dicen que no, pues será que no. Pero para mí que sí. En la parte de arriba no hay árboles todavía, hay bastante piedra porque aquí el viento ha soplado fuerte, esquiamos un poco más rápido, no estamos todavía en la bajada, y ahí me suelto un poco, sigo a Alex de cerca, hace un pequeño salto y yo detrás, parece que me estoy viniendo arriba, no es más difícil esquiar aquí que en cualquier otro sitio, otro pequeño saltito y yo también, esquiva una piedra y yo no. ¡Pum! Realmente él ha pasado por encima, porque lo he visto y voy pegado, pero yo la he pillado de lleno con la parte del patín y he impactado con fuerza, el esquí ha saltado y yo me he caído. No es nada, a pesar de que la zona del pie se me ha quedado dolorida, solo una vez había impactado así, y fastidié el esquí, así que mi prioridad es recogerlo y verlo. Albert me lo acerca, pedrada gorda en la suela, no parece que tenga nada más. Pero no entra, la suela está limpia y no me entra. Algo pasa. La parte entre la suela y la fijación delantera se ha desplazado y no retorna a su sitio, es esa plaquita cuya función es facilitar la salida de la bota ante un impacto o una caída. Un par de golpes con el bastón y parece que puedo meter la bota. Vamos.

Unos giros y aparecemos ante una bajada que me parece más complicada, para ellos es una zona para disfrutar, pero yo no la veo tan sencilla. Baja primero Albert, fácil, sin problemas, y se queda subido en una especie de talud, me indica Alex que tengo que coger velocidad para no quedarme colgado en una hondonada que hay. Así que dos giros de supervivencia y recto, voy a llegar, estoy llegando y no voy a tener que remar, voy muy fuerte, voy a salir volando, y voy a aterrizar sobre Albert. Me tiro al suelo para atrás, me dejo caer como cuando es tu primer día de esquí y no sabes cómo frenar, pero hay mucha nieve y voy algo más rápido de lo que debiera. Así que los brazos se me van para atrás y noto sendos tirones en los pectorales y en los brazos. En los dos. Joder, qué golpe me he dado. Pero estoy bien. Se me ha vuelto a salir el mismo esquí.

El tema del material es importante. Si no hubiera llevado la ropa adecuada, ahora mismo estaría lleno de nieve por dentro. Pero en la ropa que llevo hoy se puede acoplar la chaqueta y el pantalón de manera que el “paranieves” queda atado al pantalón, y no te entra nada de nieve.

Además, te aísla mucho del frío. Hoy ha hecho frío, pero también viento. En esas condiciones, y en un estado un tanto mermado por el miedo, el despreocuparte de la ropa y del material es importante, si a la falta de confianza sumamos pequeños detalles de los que estar pendientes, se nos acumularán muchas cosas. Por ejemplo los guantes son de los largos, y en la parte de arriba el elástico te lo pega a la manga, por supuesto buena máscara, casco y toda la ropa de calidad certificada. También la interior, una mala gestión del sudor que te deje frío te puede fastidiar el día. Como curiosidad os cuento que Albert lleva un mono. He visto varios “freeriders” que lo llevan. No sé si me gusta la estética, pero que es efectivo está claro.

Pista

La pista está muy buena, ya es tarde y hay poca gente. He vuelto a mi esquí habitual y me siento ágil, tengo fuerza y ritmo. Si continúa nevando esta pista va a ser un escándalo mañana, pero ahora mismo no me cambio por nadie, disfruto como un enano, echo la vista atrás y una sonrisa se dibuja en mi cara, no he esquiado muy bien, pero lo he hecho, tengo que mejorar y controlar el miedo, pero lo haré. Ahora mismo estoy esquiando por instinto, y voy de maravilla, no pienso en qué hago, sino que los gestos fluyen, salen de mi cuerpo con soltura, me dejo llevar por el ritmo y la cadencia, qué bonito es esquiar haciendo las cosas bien, con una buena posición, ¿qué hacía esquiando tan retrasado hace media hora? ¡Qué bien se hacen las cosas desde aquí adelante! esquío de pie, con un buen gesto de brazos, con una flexión que se está tragando todos los baches que van saliendo al paso de los esquís. Por momentos se acumula mucha nieve, pero mi posición es indestructible ahora, puedo modificar la trazada, cambiar el ritmo de los giros, hacerlos más cortos, más largos, puedo hacer lo que quiero, porque encima de los esquís, bien posicionado, mando yo. Ellos hacen su trabajo, pero el que manda soy yo.

Casi abajo del todo Albert me ve llegar y me dice que estoy haciendo muy buenos giros, es una zona un poco bacheada y me he esmerado bastante. Y le digo lo que pienso sinceramente, creo que en pista no esquío mal, pero fuera no tengo costumbre y me pierde el miedo. “Poco a poco y muchas horas” -me dice- y poco a poco será. Termina de bajar Alex, son las 4 y pico la tarde, ellos van a tomar una cerveza, pero yo quiero llevar los esquís a taller de Miguel, que me los mima. Veo las suelas de mis compañeros, los míos se han llevado hoy una buena cicatriz, pero los suyos tienen decenas. Quizá algún día los míos están igual de curtidos, quizá yo también.

Muchas gracias chicos. Hasta mañana.

Descanso

En casa sigo mi rutina habitual, buenos estiramientos, buena merienda y una cosa nueva: tomo un baño muy caliente de media hora. Tengo diferentes dolencias por el cuerpo, y vamos a tratar de calmarlas. Un remedio poco científico, pero posiblemente con un efecto placebo muy importante, es tomar una aspirina con un poquito de agua justo antes de acostarse.

Después de apagar la luz recuerdo cuando de pequeño me pillaban las vaquillas en el pueblo, te llevabas una paliza de muy señor mío, con todo el cuerpo dolorido, pero satisfecho contigo mismo. Estoy aprendiendo, pronto no me pillarán. Y el sueño me atrapa.

Domingo 1 de febrero.

Si ayer era el día de la novedad, hoy es el día de la confirmación. Hay mucha más nieve, la calidad parece la misma, podría ser que hasta mejor, llego a primerísima hora y estoy de los primeros arriba. Mucha gente con ropa guapa, con esquís último modelo, un grupo con un “rider” famoso dispuestos a tomar unas clases,… Y, de repente, me doy cuenta de que la parte alta de la estación está cerrada. Y no parece que se vaya a abrir. Saludo a unos conocidos, y bajo. No estoy dispuesto a perder ni un minuto. Tengo que dejar de esquiar a las 12.

En la primera bajada la nieve está deliciosa, una pista para mí. Suave, voy acomodándome, suave, sobre un esquí, sobre otro esquí, parece que mis piernas están muy bien, rodillas bien, botas bien, los esquís deslizan mejor que ayer (Miguel es un artista), despacito, posición, brazos. Todo está bien. Debe hacer frío y está nevando, y no poco, pero yo estoy muy cómodo, la ropa y los complementos hacen su trabajo para que yo me olvide de todo y me centre en lo mío.

Repito pista, no hay muchas opciones, y mientras la gente va llegando sigo disfrutando. Luego habrá por aquí decenas o cientos de personas.

Ya he calentado, ya me he encontrado conmigo mismo, estoy solo y me encanta esquiar solo. Hoy estoy para mí y mis sensaciones. La nieve es una maravilla, se puede flotar sobre ella y, en dos giros, se acaba el debate de qué esquí es mejor. Para esta situación, un esquí con buen patín y algo de “rocker" delante y detrás va muy bien. Seguramente les sacaría más partido si fueran más blanditos, y los “rockers” más grandes, pero hoy mis esquís están conmigo como lo están mis brazos y mis piernas, forman parte de mí.

Busco las pistas que entiendo que van a estar mejor, y no sé cómo estarán las demás, pero estas están perfectas. Estoy en Soldeu, mucha pista entre pinos y si el viento se ha portado bien, los copos mejor.

... 

Me acuerdo de ayer y pienso cómo hubiera disfrutado haciendo las cosas como las estoy haciendo ahora, sin miedo, por instinto pero con consciencia. Hay algunas cosas básicas, sentirse sobre los pies, llevar una buena posición, gestionar los brazos con solvencia, y añado de mi cosecha, pero también lo he leído por ahí, utilizar la franja abdominal (ahora todo el mundo habla del “core”, abdominales y lumbares de toda la vida) Esa zona te va a permitir llevar siempre los hombros por delante de la cadera, pero también es fundamental a la hora de absorber o amortiguar las irregularidades que nos da este tipo de nieve.

Me siento muy bien. Estoy disfrutando mucho. Quizás sea aquí donde un turista como yo debe estar, es bueno salir a probar cosas nuevas, y volveré a hacerlo, seguro, pero aquí se trabaja una buena base y se disfruta del esquí.

Hoy me he sentido como hace tiempo no me sentía, las sensaciones han sido magníficas y dejo la estación lleno de felicidad. No me preocupa la caravana de salida ni que la gente se acuerde de montar las cadenas en el lugar menos apropiado. Hoy ha sido un regalo para mí, muchas gracias a todo el que en algún momento de mi vida como esquiador me ha ayudado para poder disfrutar así.

 

 

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19 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    02/06/2016 19:29
    #1
    No sé si es mejor leerlo y tirarme de los pelos o no leerlo y sufrir jajajaja

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    • Gracias!
  • #2
    Fecha comentario:
    02/06/2016 19:40
    #2
    Ni yo. :lol2: :lol2:

    Fíjate cómo estaré que esta mañana me lo he leído de un tirón. No sé si ahora estoy mejor o peor. Creo que peor. :)

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    • Gracias!
  • #3
    Fecha comentario:
    02/06/2016 19:54
    #3
    SI PONES FOTOS ES MEDIA REVISTA :+:
    PEDAZO DE RELATO

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    • Gracias!
  • #4
    Fecha comentario:
    02/06/2016 20:00
    #4
    No sabía que llevas un cierto toque de sadismo en tus génes, pero así es. :lol2: :lol2: :lol2: Recordar -y publicar-, momentos como esos en estas fechas, sin nieve, y con meses por delante hasta catar la próxima, es sadismo puro y duro hacia nosotros. Ja, ja, ja.

    Como siempre, fantástico.

    Un fuerte abrazo.

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    • Gracias!
  • #5
    Fecha comentario:
    02/06/2016 21:00
    #5
    #3

    Sí. :) Los relatos originales tenían algunas fotos e incluso un video corto. Pero me ha parecido casi más un ejercico literario que un artículo al uso. Aunque todo es mtá escrito tal y como lo sentí en aquel momento.

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    • Gracias!
  • #6
    Fecha comentario:
    02/06/2016 21:04
    #6
    #4

    Fíjate que he tenido una pequeña conversación hoy con un forero amigo y me ha dicho que se iba a la montaña a buscar nieve. Y, como yo no podía hacerlo me he tenido que conformar con el artículo. No es lo mismo pero también he pasado un buen rato.

    Un poco masocas y locos sí somos y estamos.

    :+:

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    • Gracias!
  • #7
    Fecha comentario:
    03/06/2016 10:43
    #7
    lo leo cuando tenga .....media hora :lol2: :lol2:

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    • Gracias!
  • #8
    Fecha comentario:
    03/06/2016 11:09
    #8
    #7

    O un poco más. :lol2: Pero en un momento de tranquilidad igual sí que compensa. ;)

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    • Gracias!
  • #9
    Fecha comentario:
    04/06/2016 11:58
    #9
    Lo acabo de leer y no veas la "mala leche" que me ha entrado pensando en lo que nos queda por delante hasta llegar a nuestro amado invierno. Buenísimo repor transmitiendo sensaciones y sentimientos :+: :+: :+:

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    • Gracias!
  • #10
    Fecha comentario:
    04/06/2016 14:33
    #10
    #9

    Muchas gracias. El verano hay que disfrutarlo también y aprovecharlo para sacar mejor partido al invierno. Piensa que ya queda un día menos. ;)

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    • Gracias!
  • xao
    xao
    #11
    Fecha comentario:
    05/06/2016 09:26
    #11
    Estáis muy mal :lol2:

    karma del mensaje: 18 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!
  • #12
    Fecha comentario:
    05/06/2016 09:45
    #12
    A mi me gusta el verano.

    Así, a lo bravo. Ir a la play y tomar el sol.



    Ya está, ya lo he dicho.

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    • Gracias!
  • #13
    Fecha comentario:
    05/06/2016 16:00
    #13
    #11

    :lol2:

    Estoy en pleno proceso de cambio, pero soy diesel y arranco despacio. Hoy he hecho padel-surf y kayak.

    Muy guapo. Repito en cuanto pueda.

    Poco a poco, pero aún así ayer estuve en la montaña, viendo esquís, botas, ropa,...
    :lol2:

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    • Gracias!
  • #14
    Fecha comentario:
    05/06/2016 16:02
    #14
    #12

    :lol2:

    Deberías hablar con un especialista


    :lol2:

    A mí también me gusta, si nevara me gustaría mucho más que el invierno.

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    • Gracias!
  • #15
    Fecha comentario:
    05/06/2016 17:33
    #15
    #14
    La vida es como las verduras o la fruta.

    Para sacarles todo su sabor hay que disfrutarlas en temporada.

    Puedes hacer tuyo este pensamiento tan profundo por 90 módicos euros.

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    • Gracias!
  • #16
    Fecha comentario:
    05/06/2016 19:45
    #16
    #15

    90 leuros por un buen consejo igual es poco :lol2:

    Pero yo le saco bastante jugo. Si se pudiera esquiar sería la estación perfecta.

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    • Gracias!
  • xao
    xao
    #17
    Fecha comentario:
    05/06/2016 21:02
    #17
    #16

    El próximo sábado me vuelvo a calzar las botas de esquial

    Estoy al borde de la depresión

    Después de un mes descalzo tengo los pies como Bilbo Bolsón, y va a ser un trauma que ni con 10 consejos a 90 pavos lo arreglo :lol2:

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    • Gracias!
  • #18
    Fecha comentario:
    05/06/2016 21:12
    #18
    #17
    Ponlos a remojo en vinagre.

    Vale un vinagre cualquiera, de los baratos. No necesita ser de Jerez y el Bugui odia el de módena así que no te lo aconsejo.

    En 90 horas a remojo te quedan como los pepinillos.

    Tersos y encogidos.

    Y ya te entran.

    Además, que digo yo, que si haces eso del telemark se podrá esquiar en chanclas.

    Talón libre y tal.

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    • Gracias!
  • xao
    xao
    #19
    Fecha comentario:
    05/06/2016 21:18
    #19
    #18

    Lo del vinagre lo leí el otro día como método para desinfectar las zapatillas de correr poniéndolas a remojo

    Qué curioso

    Me estás llamando pies negros?

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    • Gracias!

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