Ya ha pasado el primer fin de semana sin esquiar. El primero siempre es diferente.
Por un lado están las ganas de hacer las cosas que tocan en primavera: sacar las bicicletas, guardar la ropa de nieve, dedicar un rato a las cosas de casa que tienes más descuidadas... Por otro lado está esa sensación de falta, hay algo que no tienes.
Ayer, mientras escribía el próximo artículo, (que para mí que promete), sentí ese vacío que queda, habrá que acostumbrarse a él, cuando sabes que vas a estar un tiempo sin esquiar. Sin duda de todo se sale, y no hay casi nada que no cure el tiempo, pero hasta entonces, hasta que el tiempo nos vuelva a traer nieve, echaré de menos el viento en mi cara, el sonido de los esquís cortando la nieve, la sensación de velocidad que nos hace sentir vivos y el placer de acabar una curva casi como quería acabarla. Esquiando me siento libre.
Nada me da la misma sensación de libertad, la sonrisa que te dibuja en la cara una buena bajada es diferente a las demás sonrisas. Aunque tengas la suerte de tener muchos y mejores motivos por los que sonreír.
Ya falta menos.
El video se ve mejor si pincháis en Vimeo y lo veis a pantalla completa en HD.