Aprendiz
…El plan está claro. Alex baja delante, yo le sigo y Albert me vigila por si pasa algo. Chicos, estoy en vuestras manos…
Donde estamos ahora mismo hay una calma tremenda, parece increíble que hace 30 segundos estuviéramos en una tormenta bestial de viento y nieve, parecía que la montaña había enfurecido, y, de repente, todo está quieto. La nieve del suelo está muy buena, suelta, suave, en todo momento llega por encima de las botas, parece la situación ideal, la visibilidad no es perfecta, pero no es mala. Todo está en orden. Lo dicho, primero Alex, luego yo y Albert me vigila.
¿Por dónde? ¿¿¿Quéééééé??? Vale. Voy a ir. ¿Qué puedes hacer a estas alturas? Para arriba imposible, otro camino no hay. Y, sobre todo, quiero bajar por ahí. Veo cómo lo hace Alex, parece fácil, hay una especie de entrada, un pequeño escalón pero con buena nieve. No será para tanto. Y voy.
Desde luego, la calidad de la nieve es tremenda, creo que me asusta mucho más toda la situación que las cosas en sí mismas. Desnivel hay, pero hemos esquiado mucho peores. Estrechez hay, pero no es muy estrecho, la nieve es buena, los esquís son los mismos que los de Albert, y los suyos esquían muy bien. No hay nada que me impida dar lo mejor de mi esquí ahora que lo necesito, pero esquío muy retrasado. Salvo el primer escollo, hago algunos giros, demasiado retrasado, miro para atrás para estar seguro de que Albert sigue ahí arriba, y ahí está. Está siendo testigo de mi cruda realidad, como normalmente va delante no creo que haya visto nunca tanto fallo. Pero en este momento lo único que me importa es no perder la pista de Alex y seguir bajando. Ahora la zona es más asequible y voy mejor, bastante mejor, aunque todavía sea muy mejorable. Llego hasta Alex y veo cómo baja Albert, eso es realmente esquiar, su figura no se descompone en ningún momento, no se ve nada de rodillas para abajo, pero lo que queda encima de la nieve es perfecto. Es tan sencillo como en una pista fácil, pero el decorado es mucho más bonito.
Ahora queda por delante una zona más asequible, la verdad es que no soy capaz de recordar ni cómo esquié ni cómo era. Sé que he visto la misma zona en un video de otro día y no me acuerdo de ella. Sé que fue sin problemas, así que me imagino que no lo haría mal del todo, pero la adrenalina me desborda. Ahí ya está muy próxima la pista, y, supongo, que sin el miedo escénico por medio mi esquí mejora mucho. Así que pista, silla y para arriba, pero a otra zona.
El tiempo aquí parece mucho mejor, pero en realidad creo que la visibilidad es peor. Esta es una zona más boscosa, mucho pino y para mí que están muy juntos, pero dicen que no, pues será que no. Pero para mí que sí. En la parte de arriba no hay árboles todavía, hay bastante piedra porque aquí el viento ha soplado fuerte, esquiamos un poco más rápido, no estamos todavía en la bajada, y ahí me suelto un poco, sigo a Alex de cerca, hace un pequeño salto y yo detrás, parece que me estoy viniendo arriba, no es más difícil esquiar aquí que en cualquier otro sitio, otro pequeño saltito y yo también, esquiva una piedra y yo no. ¡Pum! Realmente él ha pasado por encima, porque lo he visto y voy pegado, pero yo la he pillado de lleno con la parte del patín y he impactado con fuerza, el esquí ha saltado y yo me he caído. No es nada, a pesar de que la zona del pie se me ha quedado dolorida, solo una vez había impactado así, y fastidié el esquí, así que mi prioridad es recogerlo y verlo. Albert me lo acerca, pedrada gorda en la suela, no parece que tenga nada más. Pero no entra, la suela está limpia y no me entra. Algo pasa. La parte entre la suela y la fijación delantera se ha desplazado y no retorna a su sitio, es esa plaquita cuya función es facilitar la salida de la bota ante un impacto o una caída. Un par de golpes con el bastón y parece que puedo meter la bota. Vamos.
Unos giros y aparecemos ante una bajada que me parece más complicada, para ellos es una zona para disfrutar, pero yo no la veo tan sencilla. Baja primero Albert, fácil, sin problemas, y se queda subido en una especie de talud, me indica Alex que tengo que coger velocidad para no quedarme colgado en una hondonada que hay. Así que dos giros de supervivencia y recto, voy a llegar, estoy llegando y no voy a tener que remar, voy muy fuerte, voy a salir volando, y voy a aterrizar sobre Albert. Me tiro al suelo para atrás, me dejo caer como cuando es tu primer día de esquí y no sabes cómo frenar, pero hay mucha nieve y voy algo más rápido de lo que debiera. Así que los brazos se me van para atrás y noto sendos tirones en los pectorales y en los brazos. En los dos. Joder, qué golpe me he dado. Pero estoy bien. Se me ha vuelto a salir el mismo esquí.
El tema del material es importante. Si no hubiera llevado la ropa adecuada, ahora mismo estaría lleno de nieve por dentro. Pero en la ropa que llevo hoy se puede acoplar la chaqueta y el pantalón de manera que el “paranieves” queda atado al pantalón, y no te entra nada de nieve.
Además, te aísla mucho del frío. Hoy ha hecho frío, pero también viento. En esas condiciones, y en un estado un tanto mermado por el miedo, el despreocuparte de la ropa y del material es importante, si a la falta de confianza sumamos pequeños detalles de los que estar pendientes, se nos acumularán muchas cosas. Por ejemplo los guantes son de los largos, y en la parte de arriba el elástico te lo pega a la manga, por supuesto buena máscara, casco y toda la ropa de calidad certificada. También la interior, una mala gestión del sudor que te deje frío te puede fastidiar el día. Como curiosidad os cuento que Albert lleva un mono. He visto varios “freeriders” que lo llevan. No sé si me gusta la estética, pero que es efectivo está claro.
Descansando un poco, y hablando de lo que nos queda por esquiar. Además, en estos tiempos si no tienes una foto para enseñar parece que no haya sucedido.
Seguimos por entre unos pinos, hay ratos que el camino se me antoja más estrecho de lo aconsejable, pero Alex es un tío muy grande, y él cabe, debería caber yo también.
En la segunda caída, un momento antes, no estaba esquiando tan mal. Y Albert lo ha dicho, “ahí estabas girando mejor, hasta que te has acojonado”. Y es verdad. O esa era mi sensación.
Enseguida estamos en la pista. Por un lado me siento aliviado, pero por otro me encantaría volver a hacer lo mismo. Creo que lo puedo hacer mucho mejor. Sé que lo sé hacer mejor.
Pista
Todavía nos queda una pista negra por bajar. La famosa “Aliga” de El Tarter, pista FIS y que, depende de cómo esté, puede ser una pista deliciosa o una pista que se atraganta mucho. En la parte alta de la zona de abajo (es una pista muy larga) está muy bien. Muy bien, es un paseo esquiarla, parece que mis parámetros hayan cambiado. Se puede acceder a una pista antigua sin pisar, pero yo no voy, les digo que me gusta llegar a casa con el sabor de haber hecho una última buena bajada, creo que eso es importante para la moral. Ellos desaparecen ante mis ojos con facilidad asombrosa, qué cabrones, cómo esquían. Y yo me voy por mi pistita, que tampoco es moco de pavo.
La pista está muy buena, ya es tarde y hay poca gente. He vuelto a mi esquí habitual y me siento ágil, tengo fuerza y ritmo. Si continúa nevando esta pista va a ser un escándalo mañana, pero ahora mismo no me cambio por nadie, disfruto como un enano, echo la vista atrás y una sonrisa se dibuja en mi cara, no he esquiado muy bien, pero lo he hecho, tengo que mejorar y controlar el miedo, pero lo haré. Ahora mismo esquío por instinto, y voy de maravilla, no pienso en qué hago, sino que los gestos fluyen, salen de mi cuerpo con soltura, me dejo llevar por el ritmo y la cadencia, qué bonito es esquiar haciendo las cosas bien, con una buena posición, ¿qué hacía esquiando ahí atrás hace media hora? ¡Qué bien se hacen las cosas desde aquí adelante! esquío de pie, con un buen gesto de brazos, con una flexión que se está tragando todos los baches que van saliendo al paso de los esquís. Por momentos se acumula mucha nieve, pero mi posición es indestructible ahora, puedo modificar la trazada, cambiar el ritmo de los giros, hacerlos más cortos, más largos, puedo hacer lo que quiero, porque encima de los esquís, bien posicionado, mando yo, ellos hacen su trabajo, pero el que manda soy yo.
Casi abajo del todo Albert me ve llegar y me dice que estoy haciendo muy buenos giros, es una zona un poco bacheada y me he esmerado bastante. Y le digo lo que pienso sinceramente, creo que en pista no esquío mal, pero fuera no tengo costumbre y me pierde el miedo. “Poco a poco y muchas horas” -me dice- y poco a poco será. Termina de bajar Alex, son las 4 y pico la tarde, ellos van a tomar una cerveza, pero yo quiero llevar los esquís a taller de Miguel, que me los mima. Veo las suelas de mis compañeros, los míos se han llevado hoy una buena cicatriz, pero los suyos tienen decenas. Quizá algún día los míos están igual de curtidos, quizá yo también.
Muchas gracias chicos. Hasta mañana.
Descanso
En casa sigo mi rutina habitual, buenos estiramientos, buena merienda y una cosa nueva: tomo un baño muy caliente de media hora. Tengo diferentes dolencias por el cuerpo, y vamos a tratar de calmarlas. Un remedio poco científico, pero posiblemente con un efecto placebo muy importante, es tomar una aspirina con un poquito de agua justo antes de acostarse.
Después de apagar la luz recuerdo cuando de pequeño me pillaban las vaquillas en el pueblo, te llevabas una paliza de muy señor mío, con todo el cuerpo dolorido, pero satisfecho contigo mismo. Estoy aprendiendo, pronto no me pillarán. Y el sueño me atrapa.
Domingo 1 de febrero.
Si ayer era el día de la novedad, hoy es el día de la confirmación. Hay mucha más nieve, la calidad parece la misma, podría ser que hasta mejor, llego a primerísima hora y estoy de los primeros arriba. Mucha gente con ropa guapa, con esquís último modelo, un grupo con un “rider” famoso dispuestos a tomar unas clases,… Y, de repente, me doy cuenta de que la parte alta de la estación está cerrada. Y no parece que se vaya a abrir. Saludo a unos conocidos, y bajo. No estoy dispuesto a perder ni un minuto. Tengo que dejar de esquiar a las 12.
Tras el calentamiento en casa, en el garaje, me gusta calentar algo antes de ponerme los esquís en pista. Después hago un par de bajadas suaves. Vamos.
En la primera bajada la nieve está deliciosa, una pista para mí. Suave, voy acomodándome, suave, sobre un esquí, sobre otro esquí, parece que mis piernas están muy bien, rodillas bien, botas bien, los esquís deslizan mejor que ayer (Miguel es un artista), despacito, posición, brazos. Todo está bien. Debe hacer frío y está nevando, y no poco, pero yo estoy muy cómodo, la ropa y los complementos hacen su trabajo para que yo me olvide de todo y me centre en lo mío.
Repito pista, no hay muchas opciones, y mientras la gente va llegando sigo disfrutando. Luego habrá por aquí decenas o cientos de personas.
Turista.
Si siempre me he definido como esquiador turista es porque es lo que soy. Y el turista es optimista. Donde unos ven una estación prácticamente cerrada yo veo muchos kilómetros por esquiar. Donde otros ven motivos climáticos para ir al bar yo veo la posibilidad de sacar partido al material y disfrutar del fresquito en la cara. Donde unos ven dificultad yo veo la oportunidad de aprender. Estar aquí hoy es un lujo.
Nos encontramos con una estación repleta de nieve, solo se puede disponer de algunas zonas, pero están como en mis mejores sueños quiero que estén. Pistas pisadas con 25 centímetros de nieve por encima, más en algunos sitios, algo menos en otros. Esquís gorditos y recién encerados. ¿Qué más puedo pedir?
Ya he calentado, ya me he encontrado conmigo mismo, estoy solo y me encanta esquiar solo. Hoy estoy para mí y mis sensaciones. La nieve es una maravilla, se puedo flotar sobre ella y, en dos giros, se acaba el debate de qué esquí es mejor. Para esta situación, un esquí con buen patín y algo de “rocker" delante y detrás va muy bien. Seguramente les sacaría más partido si fueran más blanditos, y los “rockers” más grandes, pero hoy mis esquís están conmigo como lo están mis brazos y mis piernas, forman parte de mí.
Busco las pistas que entiendo que van a estar mejor, y no sé cómo estarán las demás, pero estas están perfectas. Estoy en Soldeu, mucha pista entre pinos y si el viento se ha portado bien, los copos mejor.
En el esquí hay muchas cosas que te ayudarán a mejorar, es posible que te prometan el truco definitivo y el atajo más eficaz para llegar antes a ser un buen esquiador. Pero, como digo siempre, a mí me gusta el camino, me encantaría llegar a la meta, pero disfruto del camino. No hay nada como una buena posición y sentir los pies. Me suena que un señor dijo un día algo de “Esquiar con los pies”. Poco a poco, paso a paso, y horas de esquí. Pero sin hacer las cosas bien no se va a ningún sitio. Por lo menos sobre esquís.
Me acuerdo de ayer y pienso cómo hubiera disfrutado haciendo las cosas como las estoy haciendo ahora, sin miedo, por instinto pero con consciencia. Hay algunas cosas básicas, sentirse sobre los pies, llevar una buena posición, gestionar los brazos con solvencia, y añado de mi cosecha, pero también lo he leído por ahí, utilizar la franja abdominal (ahora todo el mundo habla del “core”, abdominales y lumbares de toda la vida) Esa zona te va a permitir llevar siempre los hombros por delante de la cadera, pero también es fundamental a la hora de absorber o amortiguar las irregularidades que nos da este tipo de nieve.
Me siento muy bien. Estoy disfrutando mucho. Quizás sea aquí donde un turista como yo debe estar, es bueno salir a probar cosas nuevas, y volveré a hacerlo, seguro, pero aquí se trabaja una buena base y se disfruta del esquí.
Reflexión
A lo largo de la mañana me voy fijando en la gente. Mucho esquí gordo, mucho esquí nuevecito, ropas de colores, mochilas, la gente ha venido hoy con todo el equipo y a darlo todo. Parece que la industria del esquí se va recuperando de la crisis, parece que las estaciones y las marcas están haciendo bien su trabajo y parece que los turistas como yo nos beneficiamos de ello. Pero todo se paga, y cuesta bastante dinero. Mi consejo es pensar muy bien qué necesito y qué rendimiento le voy a sacar.
Sí veo un problema en la actualidad. Nos están vendiendo el esquí fuera de pista como algo muy asequible, y no lo es. Los esquís es lo menos importante. Lo fundamental es saber dónde voy a ir y qué riesgos soy capaz de asumir. Luego hay que complementar con cosas que nos pueden ayudar en caso de accidente, como el ARVA, la sonda y la pala, que servirán para que la bonita mochila del escaparate que tanto me gustaba sea útil. Y una cosa muy importante. De nada te sirve comprarte un ARVA “atómico y súper mega” si no lo sabes usar, y, definitivo, si los que van contigo no lo llevan. Aunque siempre podrán ir a pedir ayuda si estás en una zona próxima a pistas.
Me hago dos bajadas por la pista Avet, esa pista FIS que tantas satisfacciones nos da, tanto como está con la nieve polvo como hoy, como cuando está durita y pone a prueba tus cantos, tu destreza y tu resistencia. Hoy me encuentro con el que era antes de hacerme la lesión, hoy puedo esquiar con soltura, con ritmo, con agilidad, y me acuerdo de hace dos o tres inviernos, cuando tuvimos este tipo de nieve durante varios fines de semana. La confianza está volviendo a mí, y eso me hará más fuerte.
Hoy me he sentido como hace tiempo no me sentía, las sensaciones han sido magníficas y dejo la estación lleno de felicidad. No me preocupa la caravana de salida ni que la gente se acuerde de montar las cadenas en el lugar menos apropiado. Hoy ha sido un regalo para mí, muchas gracias a todo el que en algún momento de mi vida me ha ayudado para poder disfrutar así.
Os dejo un corto video de cuando me gustaba más esquiando, poco a poco iré cogiendo el tono, a ver si pasamos el invierno bien y grabo otro en el que se pueda ver un poco mejor.
Os dejo también unos artículos relacionados que me parecen muy interesantes. Quizás los hayáis leído ya, pero no está de más volverlo a hacer. Doy las gracias desde aquí a sus autores por todo lo que aportan a Nevasport y a cada uno de nosotros individualmente. Aconsejo su lectura.
Este fin de semana más.