Cuando esquiaba la burguesia

Cuando esquiaba la burguesia
Nueva cronica de costumbres en la cual Dino nos traza el retrato de la gente que esquiaba en una de las cunas del esqui en España, la estación de La Molina.
Algunos demagogos, sobre todo en mi realidad nacional (Andalucía) argumentaban para limitar, que no ya para suprimir, cosa que les hubiera gustado, que el esquí es “cosa de ricos”.

Evidentemente esquiar no es barato, pero es que nada es barato. Ahora gracias a que ha subido el nivel de vida de los españoles en general y de los andaluces en particular se ha acabado la justificación de la lucha de clases para no promocionar un deporte de naturaleza por demás interclasista.

Dicho esto, hay que reconocer que hubo una época en España en la que para esquiar o vivías en una estación de invierno o cerca de ella o disponías de medios económicos bastante elevados. Incluso la rama esquiadora-borbónica aprovechaba su exilio para aprender el bello deporte blanco en las pistas suizas.

Pero en los años 50/60 del siglo pasado había en España un tipo de gente que sin ser aristócratas ni altos funcionarios del régimen franquista (a esos lo que les gustaba era la Escopeta Nacional) practicaban el esquí alpino en España, y además lo hacían con la facilidad, la disponibilidad de medios y sobre todo, la elegante negligencia con la que los sportman y sportwomen ingleses iniciaron a Europa y al mundo en general en eso llamado deporte, que era una cosa para que la practicasen las clases pudientes desocupadas, sin jugarse en el empeño más que el honor.

De hecho, muchas estaciones de esquí de los Alpes fueron promocionadas por militares ingleses que se quedaron en lo que ellos llamaban “El Continente” después de la primera gran guerra.

Pues bien, esa burguesía esquiadora existía en España, y concretamente en Cataluña, país que supo pasar de la agricultura a la industria aprovechando los avances de las máquinas textiles (el telar y la máquina de vapor fueron las locomotoras de la revolución industrial, nunca mejor dicho eso de locomotora) y que aprovechando la exportación de textiles a América para cubrir a los desnudos indígenas y la fabricación de uniformes para los contendientes en la Primera Guerra Mundial hicieron grandes fortunas frecuentadoras del Liceo de Barcelona.........y de las pistas de esquí de la Molina.

La gente que esquiaba en La Molina era diferente a la del resto de la que esquiaba en España. No porque hablaran catalán, ya que entonces era una lengua casi prohibida, y por supuesto muy mal vista entre la clase pudiente catalana, sino por la forma elegante y festiva de tomarse el esquí.

Recuerdo que acudí a la Molina a unos Campeonatos de España Universitarios allá por el año 1964 o 65, tras atravesarme toda España en un 600 y pude comprobar que La Molina y su gente eran diferentes de Navacerrada y su gente, y por supuesto, diferentes de los de Sierra Nevada y su gente.

Entonces eran los tres puntos de referencia del esquí alpino en España.

Los catalanes tenían mejores trajes de esquí, mejores equipos e incluso iban conduciendo coches deportivos. Además se conocían todos entre ellos y eran bastante buenos en slalom gigante y en descenso, debido entre otras cosas a que tenían los mejores remontes en la Molina y además a que iban mucho a Andorra, lo que les permitía meter buenos esquís de matute y de paso contratar a algunos esquiadores andorranos para sus equipos.

Para ellos, todos universitarios y con la vida resuelta ya entonces, esquiar era una pura diversión. Si aplicáramos la famosa escala de Maslow a las motivaciones para esquiar, mientras que los de Sierra Nevada estábamos en la primera etapa de subsistencia, es decir que esquiábamos para quitarnos el hambre de esquí, los catalanes ya estaban en la parte superior de la escala: la de la autorrealización en las pistas y a punto de pasarse al golf, hartos de esquiar e intuyendo que la muchedumbre en pocos años los desplazaría de su sitio de alterne sobre la nieve.

Porque esquiaban lo que querían y donde querían y además ninguno de ellos, de los de aquella época, se planteaba el esquí como medio de vida. De hecho, la Escuela de Esquí de la Molina tuvo que fundarla un austriaco, Hans, que aún sigue en la brecha.

Y luego tenían sus clubs de esquí potentísimos como el C.E.C. (Centro Excursionista de Cataluña) que organizaban perfectamente las excursiones a la Molina e incluso disponían de chalet en esa estación para sus afiliados. Todo un lujo para la época.

También crearon y mantuvieron durante mucho tiempo el primer colegio para esquiadores de España: el famoso colegio Virgen de las Nieves en la Molina, cuna de magníficos esquiadores y sobre todo esquiadoras.

Tengo en casa un libro sobre la estación de esquí de Val de Nuria, en el que con profusión de imágenes se describen las distintas actividades y competiciones que en dicha estación de esquí se organizaban en una época en la que en el resto de España la gente, en el mejor de los casos, iba detrás de un arado más que subida en un trineo o sobre unos esquís.

No eran muy expansivos en materia de extender el dominio esquiable, ya que el esquí se lo planteaban como una actividad lúdico-patriótica. Las posibilidades de Baqueira se las tuvieron que descubrir la gente de Madrid y la estación de Masella se construyó a mediados de los años 70, por no hablar de Bohi Taull, que es de antesdeayer.

Incluso tenían su sección de esquiadores proletarios que llegaban en el tren Barcelona-Puigcerdá con sus macutos y sus caras de sueño. Todo perfecto para no ser tachados de elitistas.

Tuve la suerte de emparejar con una chica de la zona a la que conocí no en las elitistas pistas (entonces) de la Molina, sino en Sierra Nevada, y ahora cuando voy a la Molina, estación de esquí que cuento entre mis favoritas, me embarga un aire nostálgico como esas películas inglesas en las que el mayordomo vuelve al castillo.....Porque yo entonces era mayordomo y ahora pertenezco a la burguesía esquiadora. Soc un sobrevengut, como me dirían los Serra, los Enri, los Puig, etc.

Y hablando de mayordomos, uno de los participantes en esos campeonatos que me descubrieron la estación de esquí más veterana de España se llamaba Alfonso y todo el mundo le hacía bromas diciéndole que se iba a casar con la nieta del Dictador.

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1 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    18/11/2006 18:58
    #1
    genial, como casi siempre :)

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