NEUS DE LLEIDA

Enviado: 17-02-2013 20:29
Registrado: 12 años antes
Mensajes: 475
Os invito a alejarnos un rato de las televisiones y evocar esos momentos de reunión junto a un buen cuando los mas mayores nos contaban relatos, historias y leyendas donde todo era posible, la imaginación no tenía límites y se escuchaban los más hermosos cuentos que, a fuerza de repetirlos, empezamos a dudar si fueron un día realidad. Espero os guste y os animo a que los contéis.
Saludos.
Richi
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Enviado: 17-02-2013 20:30
Registrado: 12 años antes
Mensajes: 475
Os invito a alejarnos un rato de las televisiones y evocar esos momentos de reunión junto a un buen fuego cuando los mas mayores nos contaban relatos, historias y leyendas donde todo era posible, la imaginación no tenía límites y se escuchaban los más hermosos cuentos que, a fuerza de repetirlos, empezamos a dudar si fueron un día realidad. Espero os guste y os animo a que los contéis.
Saludos.
Richi
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Enviado: 17-02-2013 21:09
Registrado: 12 años antes
Mensajes: 475
PIRENE Y EL PIRINEO

Entre todas las montañas que arrugan la superficie de la tierra, ninguna hay tan hermosa como la cordillera de los Pirineos que cose nuestra vieja piel de toro que es España al continente europeo.

Hoy quiero contarte una de esas leyendas. La inventaron los griegos hace muchísimos siglos, cuando ellos confundían la creación del mundo con la lucha de los dioses.

En su imaginación, suponían que el cielo estaba poblado de innumerables dioses que se disputaban unos a otros la posesión de la tierra.

Entre estos dioses había dos especialmente fuertes: Atlante, que tenía como misión sostener las columnas que separan el cielo de la tierra y llevar el universo a cuestas, cargado sobre su espalda. El otro dios fuerte era Hércules, valeroso como nadie pero violento y cruel como ninguno.

Parecía haber nacido maldito y una diosa le envió a la cuna dos serpientes para que lo matasen, pero el bebé las estranguló.

Naturalmente, Atlante y Hércules eran enemigos: eran demasiado fuertes los dos para poder convivir. Atlante, además, era de carácter dulce y pacífico y vivía feliz en su maravilloso reino de la Atlántida. Hércules no tenía patria y recorría todo el mundo sembrando el dolor por todas partes. Y además, Hércules había engañado a Atlante con sus malas tretas cuando fue a robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides.

Fue entonces cuando conoció a la más bonita diosa de las Pléyades, Pirene, hija de Atlante y se prendó de ella. La pretendió como esposa y lo hubiera conseguido porque nada parecía imposible para él.

Pirene adoraba a su padre y se juró a sí misma que nunca consentiría el amor de Hércules.

Tal vez la destrucción de la Atlántida se debío a ese amor no correspondido. Desairado Hércules por la esquivez de Pirene, en un arrebato de cólera, partió con un golpe de su clava el monte dando lugar a lo que hoy llamamos el Estrecho de Gibraltar. En los dos extremos plantó sus dos columnas, Calpe y Abila y el agua del Mediterráneo se precipitó sobre la Atlántida, anegándola. Entonces fue precisamente cuando aparecieron todas las islas del Mar Egeo, al vaciarse casi el mar.

Todo pereció en la idílica Atlántida. Hay quien prefiere pensar que, por el contrario, todo el continente continuó su vida debajo del Océano protegido por una inmensa bóveda de cristal y que hoy es más hermoso que nunca. Sobre la bóveda se cubrió de sargazos para ocultarlo con sus algas a las miradas de los curiosos y un día no muy lejano ya, volverá a imperar sobre la Tierra. La leyenda se da aquí la mano con la ciencia ficción y con los extraños fenómenos del mar de los Sargazos y el Triángulo de las Bermudas.

Sin embargo la bella Pirene consiguió escapar de las catástrofe. Huyó más allá del jardin de las Hespérides y se refugió, acogida por los pastores, en las más hermosas montañas del mundo que recibieron su nombre.

Hércules, desorientado, empezó a remover el universo en busca suya. Jamás renunciaría al amor de Pirene.

Al llegar la noticia a los oídos de la diosa, temerosa al mismo tiempo que llena de despecho, encendió los montes prefiriendo ver todo arrasado y aceptando su propia muerte antes que caer en los brazos del poderoso y caprichoso dios.

Hay poetas que aseguran que la inmensa pira dio el nombre al Pirineo; y no tiene falta de razón ya que su inspiracion es hermosa y además la palabra PIR significa fuego.

Hércules llegaba de Italia, siempre buscándola y de realizar sus famosos doce trabajos al servicio de Euristeo en penitencia por su violencia y locura que le llevaba a matar a todos los que amaba aunque fueran sus propios hijos.

De lejos vio la terrible humareda del Pirineo que se elevaba hasta lo alto del cielo. Imaginando la tragedia, a grandes zancadas se dirigió a nuestras montañas.

Llegó al atardecer cuando ya todo era una inmensa ascua: los bosque ennegrecidos y sus árboles retorcidos convertidos en carbón. Empezó a buscar por todos los recónditos parajes, valles, grutas y colinas, orientándose por lo único que no ardía:

Las lágrimas de Pirene que salpicaban la montaña se quedaban cristalizadas en los inmensos ibones de azul intenso que todavía podemos contemplar.

Sólo al llegar la madrugada puedo encontrar a la diosa de sus amores. Quiso rescatarla del incendio pero ya era tarde: estaba agonizando y entre los estertores de la muerte se la veía sonreir con gesto de triunfo por haber podido burlar al hijo de Zeus. Jamás ni ella ni su monte se someterían a nadie.

Hércules quedó desolado. Y dicen entonces se le vió llorar. Era el primer, el único fracaso de su vida caprichosa. Y lloró de rabia y de dolor junto al cadáver de Pirene.

Se juró a si mismo que la Hesperia tan amada por él, entre todas las naciones, quedaría para siempre marcada por la señal del amor imposible: las columnas de Hércules mirando a Africa y a la Atlántida sumergida, al sur y el altivo Pirineo en el otro extremo.

Tomó con infinito cariño a Pirene y la enterró allí mismo. Y allí le preparó su colosal mausoleo. Llamó a gritos a los Titanes y con ellos y con sus propias manos cogió las gigantescas rocas y montañas calcinadas y las fue apilando una a una hasta dejar acabada una inmensa cordillera que desafiaba hasta los cielos y que para siempre se llamaría Pirineos en memoria de la hija de Atlante y como símbolo de la tenacidad y del amor a la independencia.

Y sobre su informe crestería desafiante colocó un sudario blanco de nieve purísima. De este Pirineo, forjado en el fuego, la pasión, la fuerza y la libertad, naceria UN PUEBLO HEREDERO DE DIOSES, FANTASÍAS Y AMOR.

texto de Rafael Andoz
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Enviado: 17-02-2013 22:19
Registrado: 13 años antes
Mensajes: 1.196
Q bonito! Estas historias vienen bien a la luz de un buen fuego..
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Enviado: 19-02-2013 12:47
Registrado: 16 años antes
Mensajes: 215
Muy bonito,

Aqui va otro:

La historia se desarrolla en un pequeño pueblo del Pirineo donde vivían tres hermanas huérfanas de madre, que se habían enamorado de tres jóvenes muchachos del pueblo con los que tenían pensado contraer matrimonio.

La vida transcurría con tranquilidad en la pequeña aldea haciendo los preparativos para los enlaces. Llegado este día todo el pueblo se hallaba reunido en la plaza, ya que por aquel entonces una boda era un acontecimiento, y no digamos tres. Pero cuando estaba a punto de comenzar la ceremonia se oyó a lo lejos el sonido de unos caballos y al momento una horda de jinetes cayó sobre el pueblo sembrando la muerte y la destrucción. Una vez pasado el ataque, los supervivientes se dieron cuenta de que faltaban las tres muchachas que iban a casarse.

Estas habían sido raptadas por los bárbaros y trasladadas a su campamento, donde fueron encerradas en una tienda. A la mañana siguiente, Eurico, caudillo de los invasores, se dirigió a la tienda y les explicó que el propósito de su rapto era para que se casaran con tres capitanes bárbaros que habían quedado prendados por su hermosura. Ellas, horrorizadas por tener que contraer matrimonio con herejes, contestan que no, ya que están prometidas a sus novios y además no pueden renunciar a su fe.

Los visigodos lo siguieron intentando, hasta que cansados de negativas las convencen de que sus novios han abjurado de la fe romana y se habían casado con tres jóvenes visigodas. Las tres hermanas se sintieron traicionadas por sus prometidos y aceptaron convertirse al arrianismo y casarse con los capitanes visigodos.

Pero el padre y los tres antiguos novios, que habían logrado huir del ataque de los bárbaros, habían formado un numeroso ejército que atacaba sin piedad los campamentos bárbaros. En una de estas escaramuzas el padre y los novios son apresados por Eurico.

Las tres hermanas, enteradas del engaño acuden donde esta preso el padre y le imploran perdón, pero éste al saber que estaban casadas con visigodos las repudia y las maldice por lo que las hermanas huyen desoladas a la montaña.

Al día siguiente los prisioneros son ahorcados y en ese preciso momento una terrible tempestad de viento y nieve estalló en la montaña. Al cesar la tormenta, en el lugar donde estaban las hermanas se levantaron tres rocas negras. Los bárbaros aterrados levantaron el campamento y ya no volvieron a esos parajes que desde entonces quedaron deshabitados. Estas rocas se conocen como los montes de las Tres Sorores, como recuerdo de la desdichada historia de las tres hermanas.



Las Tres Sorores son el Monte Perdido (3.353 m), el Cilindro de Marboré (3.328 m) y el Sum de Ramond (3.254 m).

Espero os guste
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Enviado: 19-02-2013 21:14
Registrado: 12 años antes
Mensajes: 475
EL HOMBRE MUERTO DE GUARA.

Si miramos las cosas y la vida con candor y con ilusión siempre recomenzada todo lo teñiremos de poesía y la realidad se nos hará menos prosaica y menos chata y el mundo de los niños, de las nubes, los pájaros y las leyendas adquirirá una consistencia nueva que jamás habíamos sospechado. Esto lo digo a propósito de la silueta de Guara.

Miradla bien; la mejor perspectiva la tenéis desde Siétamo. Gratal, alejándose, ha perdido la morbidez que tiene vista desde Huesca o Igriés. Sivil se adivina entre brumas, allá a la derecha. Pero Guara se nos entrega en toda su plenitud. Ahora entornad un poco los párpados y miradlo con los ojos semicerrados pero abriendo la imaginación. ¿No lo veis?. Guara es un gigantón tumbado. Yaciente. Muerto.

Fraginete es la cabeza, con su nariz afilada por la muerte y apunta al cielo. El pico de Guara es el pecho. Tiene las manos cruzadas sobre él, debajo del sudario blanco. Vallemona, con su cuerpo estirado en el que destaca la tumergencia de las rodillas en el Cabezón de Guara. Majestuoso, ¿verdad?.
Pues ahora escuchad la leyenda tal como a mí me la contaron aquella noche de luna llena y cielo sereno, cuando el perfil nevado del "hombre grandaz" se recortaba nítido, claro, contra un firmamento azulado y sin estrellas.

Gabardón tenía dos hijas, orgulloso de su vejez: Gabarda y Gabardiella. Los tres vivían felices en su palacio de cristal, asomados a la vitalidad del Valle de Ara y de la Guarguera. Allá abajo los pueblecitos parecían rebaños de corderos pastando por sus prados. Más lejos, los picos del Pirineo se asomaban al mismo espectáculo y las nubes blanquísimas eran como pañuelos que se agitaban saludándolos desde la lejanía. El mundo estaba bien hecho.

Gabarda, la hija mayor, soñaba con correr mundo y correr los horizontes infinitos de la tierra baja donde ninguna montaña se interpone a la vista hasta donde alcanza la mirada. Y a esas llanuras de los Monegros quiso marchar y allá fue con la bendición de su padre. Allí se casó y allí vive feliz en el campo de Grañen. Preside los inmensos trigales, verdes en primavera, amarillos en verano, salpicados de amapolas.

Gabardiella, la pequeña y revoltosa, había salido a su padre. Amaba los riscos y las breñas de la montaña, las cascadas de los ríos que se despeñan desde lo alto, las nieves eternas, los ibones y lagos, los bosques impenetrables, las praderías siempre de color esmeralda. Si, era una montañesa: había salido a su padre.
Un día conocía al altanero y gallardo Gratal y se enamoró locamente de él. Las boiras de la mañana eran sus mensajes encendidos que corrían a engancharse entre las rocas de su cima. Gabardiella se pasaba los días y las noches suspirando. Tanto que Gabardón tuvo que notarlo:

-¿Qué te pasa, mi pequeña Gabardiella?

Ella, ligeramente ruborosa y entrecortada, lanzó un profundo suspiro y confeso:

- Suspiro por un pico maravilloso.

-Algo de eso estaba yo imaginado. Y es natural, hija mía, ya no eres una niña. ¿Y quién es ese feliz caballero que merece tus suspiros?.

-Míralo, papá: allí enfrente está; es Gratal, el más hermoso monte de la Sierra.

-¿Has dicho Gratal? ¡Si es el más pobretón de todos los picos que se conocen! Todo él es maleza, cascarrales, pedruscones y algún pino escuchimizado: ésos son sus tesoros. No tiene bosques, no tiene flores, ni siquiera tiene pueblos.

-Me gusta tal como es y lo quiero.

-No. Olvídate de él. Encontraremos otros muchos con mejor fortuna y que valen más la pena. Nunca consentiré en ese amor tan loco.
Y nada pudo vencer las testarudez de Gabardón. Ni siquiera le conmovió la languidez de su hija que nunca ya volvió a asomarse a la Guarguera ni al reidor Valle de Ara, y menos aún a los remotos montes que seguían agitando sus pañuelos en la lejanía.

Quien no se resignaba era Gratal. Quería de corazón a Gabardiella y lo intentó todo. Visito al viejo Gabardón para explicarle que el amor era más importante que las riquezas, pero ni le dejó hablar. Lo echó a cajas destempladas. Buscó la intercesión de Sevil, pero de nada le valió. Por fin se decidió a raptar a Gabardiella. Nada podía frenar su amor correspondido.

Urdieron juntos sus planes y en un atardecer tormentoso, cuando todas las montañas se afanaban por encender sus chispas y fabricar sus truenos, Gabardiella huyó de casa en busca de Gratal. Es verdad que tenía que atravesar el Guara, desbordado en terrible riada, esquivar Aineto y Lastasona, cruzar el vallón de Nocito….., pero la ilusión era más fuerte y apagaba sus temores. Sabía además, y esto le daba inusitada fuerza que en aquellos momentos su amado también corría hacia ella.

Y dicen que un pastor (ellos se enteran de todo) dio la noticia a Gabardón. Pero el pobre viejo, con sus achaques, ya no estaba para echar a correr detrás de su díscola hija. En su amargura pidió ayuda al poderoso Guara.

El gigantón amigo acudió. Su potente vozarrón airado sobresalía entre todos los truenos de la noche. Su talla descomunal se perdía por encima de las nubes. Su temible clava se blandía en el aire amenazando despedazar la tierra. Hasta Aneto y Cotiella y Balaitús lo observaban con mirada torva conteniendo el aliento. Los tozales y cabezos se acurrucaban como podían ante su paso de zancadas colosales. Toda la tierra estaba amedrentada, igual que aquella noche en que Pirene, acosada por Hércules incendió la montaña desde el cabo de Creus hasta el Atlántico.

Eructando amenazas, Guara se abalanzó implacable sobre los dos amantes que por fin se habían encontrado y los separó de un manotazo revolcándolos por tierra. Con un tajo de su clava partió en dos la montaña de roca y el Flumen comenzó a correr por la Foz de Salto de Roldán recién nacido, entre las peñas de Man y de San Miguel.

Gratal y Gabardiella, los encendidos amantes, quedaron separados para siempre, condenados a mirarse eternamente cara a cara sin poder ya juntarse jamás.
Pero Gabardiella seguía enamorada de Gratal, llorando todas las tardes un amor imposible: las fuentecillas del Guatizalema son precisamente las lágrimas de Gabardiella.

Era mucho pedir que el orgulloso Gratal se resignase ante el injusto castigo de Gabardón y menos aún al abuso del gigante Guara.

Al principio rumiaba su dolor en silencio. Más tarde el dolor de la separación definitiva, irremediable, cedió el pso al rencor y el rencor al odio más enconado y el anhelo de venganza. Era más pequeño que Guara y se sabía menos fuerte, pero siempre había sido un luchador.

Y una noche, cuando el coloso de la sierra descansaba se acercó a él sigilosamente y le asestó un golpe mortal clavándole el picacho en sus entrañas que saltaron salpicando la montaña abajo y formando las pedreras.

Los aullidos lastimeros de Guara fueron inútiles. Tras un estertor terrible que hizo temblar todo el Pirineo, Guara quedó definitivamente tumbado. Yacente. Muerto.

Cuando pases por la carretera que va de Huesca a Barbastro, en cualquier tramo desde el Estrecho Quinto hasta Angües, detente un momento y verás al hombre grandizo muerto. Y revivirás nuestra prehistoria, cuando los dioses eran montañas, cuando las montañas vivían pasiones humanas y susurraban canciones y venganzas y esta corteza áspera de nuestro Aragón se te hará leyenda en el alma.

FIN

Saludos.
Richi
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Enviado: 20-02-2013 23:28
Registrado: 13 años antes
Mensajes: 1.196
Jajaja joer que nivel narrativo!!

Ojo como mi nick indica soy del pueblo Alicantino de Onil, donde somos vecinos de Castalla y el genial e ilustre Enric Valor y destacando su obra Rondalles Valencianes! Si os gusta este tipo de narrativa os encantara!!
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Enviado: 21-02-2013 09:23
Registrado: 12 años antes
Mensajes: 475
Cita
Onilman
Jajaja joer que nivel narrativo!!

Ojo como mi nick indica soy del pueblo Alicantino de Onil, donde somos vecinos de Castalla y el genial e ilustre Enric Valor y destacando su obra Rondalles Valencianes! Si os gusta este tipo de narrativa os encantara!!

Gracias por tu sugerencia!.. ya le tengo en tareas pendientes.
Saludos
Richi
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Enviado: 21-02-2013 14:26
Registrado: 12 años antes
Mensajes: 6.747
Uffffff, qué bonito...

Pero Gratal y Gabardiella no se unieron jamás......

Qué suerte, así su amor será eterno pulgar arriba

Pero nunca encontrarán la paz

sospechoso

Estas historias, ¿tanto costaba inventarlas igual de bonitas pero con final feliz...?



"Las personas sensatas pueden ir a cualquier parte" (Alfred Hitchcock: La ventana indiscreta)
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Enviado: 21-02-2013 18:37
Registrado: 18 años antes
Mensajes: 2.919
Cita
Leona
Uffffff, qué bonito...

Pero Gratal y Gabardiella no se unieron jamás......

Qué suerte, así su amor será eterno pulgar arriba

Pero nunca encontrarán la paz

sospechoso

Estas historias, ¿tanto costaba inventarlas igual de bonitas pero con final feliz...?

Juer, me voy a echar a llorar que estoy en esos días tontos del mes......... risas



"El buen humor es la salud del alma; la tristeza su veneno."
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Enviado: 21-02-2013 21:25
Registrado: 12 años antes
Mensajes: 475
LA LEYENDA DE FORMIGAL

Al igual que nuestra fabla y nuestras tradiciones más ancestrales, también la mitología aragonesa parece que se ha refugiado entre los escondrijos el Pirineo. Allí es preciso acudir en busca de nuestras esencias y de nuestro pasado.

Allí se conservan de padres a hijos hasta que la televisión rompió el hechizo de las largas veladas de invierno que reunían a la mor de la lumbre a abuelos y críos y aquellos escanciaban en las almas curiosas de sus nietos todo lo que ellos, a su vez, habrían de transmitir a los suyos. Pero la televisión astilló las cadieras y apagó para siempre el calibo.

Pero quedan todavía las purnetas para reconstruir nuestra mitología. Yo no sé si es que los bosques y las montañas, las grutas y las cumbres, las nieves y los cierzos crean el caldo de cultivo adecuado a la leyenda o si el contagio de la mitología latina que humanizaba y multiplicaba dioses ayudó a crear el mito.

La montaña, imponente, recorta su blancura contra el cielo azul.

Miras a lo alto y sigues caminando. Y a cada instante la perspectiva te cambia la figura. Aquel picacho que antes parecía la quilla de un velero solitario es ahora una pirámide gigantesca, luego, el perfil inmaculado de una diosa, mientras sus compañeros de decoración han convertido sus gestos serenos en rictus avasalladores de dolor.

Por eso no es de extrañar que los montañeses hayan encontrado en todas sus montañas y heleros y rocas y lagos, la personificación más absoluta de lo humano, prestándoles a todos sus sentimientos y pasiones de hombres y mujeres.

La leyenda, que en tantas culturas ha servido para difuminar la historia de los pueblos o la ha interpretado, es aquí leyenda pura que nos sirve, no para descifrar la naturaleza, sino para descubrir el alma poética de sus hombres.

Es el caso de la leyenda de Formigal.

Formigal en aragonés significa "hormiguero", como todo el mundo sabe. No obstante, cuando uno visita ese precioso paraje tensino, ya famoso en el mundo del esquí, queda sorprendido por la ausencia de hormigas. Sobre todo, de hormigas blancas que en tiempos antiquísimos, por lo visto, abundaban allí.

Y entre Formigal y Sallent de Gállego destaca una de las peñas mas emblemáticas de nuestro Pirineo. Su silueta, con una doble punta a manera de bonete, se refleja ahora en el lago artificial de Lanuza porque le gusta repetirse ya que es única. Le llaman "La Peña Foratata" y los que la han escaldo aseguran que está casi hueca. Una boca, en su cima, parece la entrada al mundo del mas allá; un volcán que nunca ha tenido erupción: la puerta del centro de la tierra.

Todos estos datos han forjado la leyenda.

El anciano que me la contaba hablaba con voz bajita y susurrante, como soñadora; y la vivía de tal modo que daría yo algo por reproducir sus palabras, ya que no sus gestos:

Anayet y Arafita eran tal vez los dioses más pobres de la montaña. Les habían despojado de sus pinares y abetales. En sus umbrías ya no se encontraban ni siquiera fresas o chordones. Hasta sus ganados escaseaban. Tampoco acudían ya los sarrios que no encontraban en ellas nada para comer. Sus senderos se habían convertido en pasos de contrabandistas.

Amayet y Arafita eran pobres pero trabajadores y honrados. Poco les importaba que los otros dioses-montañas los despreciasen porque ellos, en su pobreza, eran felices. Es más; tenían un tesoro que por nada del mundo cambiarían; una hija preciosa -la diosa Culibilla- a la que el cielo había adornado con todas las gracias inimaginables entre las que destacaban sin duda el candor y la hermosura. Nada quería saber nunca de las pretensiones de todos los otros dioses pirenaicos.

Sus mejores afectos eran, sencillamente hacia los corderillos que competían en blancura con los inmensos heleros y glaciares que rompían el verdor de sus montañas. Y más aún amaba a las humildes y trabajadores hormigas blancas que durante el verano continuaban blanqueando la montaña, hasta el punto que Culibilla la bautizó con el nombre de Formigal.

La bucólica paz se acabó el día en que Balaitús se enamoró ardientemente de Culibilla.

Balaitús era el reverso de la medalla; fuerte, poderoso, temido por todos. Ningún obstáculo se oponía jamás a sus deseos. El amasaba las terribles tormentas del Pirineo y forjaba los rayos capaces de destruir todo lo que a él se le antojara. Violento como ninguno, cuando se enfadaba y hacía correr sus carros por encima de las nubes, se estremecían hasta los cimientos de las montañas.

¿Como iba a ser Culibilla feliz con ese dios? Naturalmente, lo rechazó igual que a los demás que la habían pretendido. En mal momento para ella porque el desairado Balaitús, que era la primera vez que no colmaba sus deseos, juró raptarla. Anayet y Arafita temían sus furores pero ¿ Qué podían hacer los pobres para defender a su hija?

En tres zancadas dicen que se presentó Balaitús ante Culibilla, decidido a cumplir sus propósitos. Las montañas todas estaban atónitas, sin atreverse a defender a la hermosa y desgraciada diossa. Balaitús era el Zeus de aquel Olimpo Pirenaico. Y dice la leyenda que entonces Culibilla, al verse perdida, gritó:

-¡A mí las hormigas!-

A millares acudieron de todos los sitios las hormigas blancas que empezaron a cubrir a Culibilla ante los ojos de Balaitús que, horrorizado, emprendió la huída.

Culibilla, en el colmo de la amistad y el agradecimiento, se clavó un puñal en el pecho para guardar dentro, junto a su corazón, todas las hormigas: es el forau de Peña Foratata.

Y cuentan que los que suben al forau de la Peña, pueden oir claramente los latidos de Culibilla, la diosa agradecida.

Y aseguran también que en Formigal, desde entonces, ya no hay hormigas blancas; todas las tiene ella


FIN

Texto de Rafael Sandoz

SALUDOS
Richi

P.D: Os Prometo dedicar una leyenda con final feliz que se aleje de finales tristes y violencia de género .....montañes smiling smileysmiling smileysmiling smileysmiling smileysmiling smiley
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
ESCREMENTITO VIVIDO
Enviado: 23-05-2014 08:59
sinseramente me gustaria que gratal se diera cuenta de que es un monte muy pobre que solo tiene escrementitos.LlorónLlorón sin embargo debajo de las piiedras hay un profundo corason que vale mas que todo el oro. una gran historia me agrado muso , pero el padre me tene hsta el orto yo le mandaba a freir esparragos si fuera grataciela ale que les den mamissss
Karma: 0 - Votos positivos: 0 - Votos negativos: 0
Escribe tu respuesta






AVISO: La IP de los usuarios queda registrada. Los comentarios aquí publicados no reflejan de ningún modo la opinión de nevasport.com. Esta web se reserva el derecho a eliminar los mensajes que no considere apropiados para este contenido. Cualquier comentario ofensivo será eliminado sin previo aviso.