Cita
Arigon
Soy de Candanchu, trabajo en Candanchu y creo que nunca he atendido a nadie con mala cara, aunque reconozco que en algunos negocios tienen que ponerse las pilas en algunas cosas. Los controles de la policía los sufro yo todo el año y gracias a ello vivo muy tranquila en la frontera ya que por aquí pasa o lo intenta mucha mierda. Los cortes de luz no son lo normal son causa de las riadas y de que al estar aun con generadores en algunos sitios hay veces que fallan. Te doy la razón de que somos el culo del mundo y que nos tienen dejados en muchos sentidos. Esto no son los Alpes somos una estación antigua que se defiende como puede y los negocios particulares no pueden invertir mas dinero y menos como esta todo. Estoy de pijas venidas a menos hasta las narices.
Ibas muy bien, y no, no sois el culo del mundo.........................pero te ha sobrado la última frase, donde te has retratatado, tú, y me temo que una forma de pensar demasiado extendida en el valle.
Yo también puedo decir que estoy harto de pijos venidos a menos, pero si resulta que son la mayoría de mis clientes, o sea, que son los que me dan de comer, tal vez voy a tener que replantearme si de verdad son tan pijos, o si tengo que hacerme como ellos.
¡Dios mio, Dios mío, pero qué he hecho yo para merecerme estos clientes tan tiquismiquis! Y como, por muy buenísimo que me creo, resulta que no soy ni Aspen, ni Gstaad, ni siquiera Baqueira, a lo mejor me voy a tener que adaptar a que tanto mis clientes, como los de la mayoría de mis competidores, hoy en día son así de exigentes, y en el futuro lo van a ser todavía más, pues los tan añorados viejos tiempos ¡no van a volver jamás!
Ahora en serio, y vivo a varios cientos de kilómetros, mis auténticos clientes no son ni pijos, ni tiquismiquis, ni exigentes, ¡son muchísimo "peores" que eso!: no dudan en serme "infieles" después de un montón de años de relación comercial por un plazo de entrega más corto, o por una mala contestación que les dió el becario, o si consideran que no atiendo suficientemente rápido sus llamadas por averías a cualquier hora de los 365 días del año (aunque a mí, como a tí, pueda parecerme que no son tan urgentes, o que son pijadas); incluso osan intentar que les baje mis precios, amparándose en que otro competidor (al que yo creo un temerario recien llegado al sector, que ni siquiera conoce sus auténticos costes) lo hace, y ya "en el colmo de su maldad", alguno hasta ha pretendido arruinarme y llevarse por delante todo mi patrimonio personal y familiar, fruto de una larga vida de trabajo, encargándome un proyecto que no pensaba pagar, pocos meses antes de presentar concurso de acreedores y quebrar.
¡Anda coño!, si esto último me suena, es lo mismo que quiso hacer conmigo Candanchú hace unos meses, si bien a una escala mucho más modesta, levantándome los 710 euros del abono de temporada. ¡ A ver si ahora les voy a tener que dar las gracias!
.
