Acabo de volver de un viaje de 6 días en Saariselkä, una aldea/complejo turístico del municipio de Inari a unos 27 kilómetros al sur del aeropuerto de Ivalo. Fuimos de viaje familiar mis padres, mi hermana, su marido, sus hijos y yo, así como una pareja amiga que iba con sus dos hijos y con la madre de él.
Resumen de todo el tochaco: el viaje ha sido sensacional y yo quiero volver cuando pueda para hacer un viaje de varios días en moto de nieve.
Cutrereport a continuación:
El viaje fue contratado a través de
Travelkids, una agencia de viajes especializada en viajes para familias con niños. El viaje consistía en un paquete en el que se incluey el alojamiento, desplazamientos desde el aeropuerto de Ivalo a Saariselkä y viceversa, una serie de actividades preprogramadas dirigidas por un equipo de 3 animadores infantiles más un grupo de guías subcontratados y algunas dietas, incluyendo la cena de fin de año y el cotillón + uvas. Para los adultos hay una serie de actividades opcionales que se pueden contratar aparte; todas estas actividades opcionales así como las actividades generales en exteriores con guía las gestiona la empresa
Lapland Safaris, que cuenta con varios españoles e hispanoparlantes en su plantilla (y catalanoparlantes también).
El hotel donde nos hospedábamos era el
Tunturi, concretamente en el edificio Gielas, que hospeda las habitaciones de tipo Superior según su página web. El hotel es agradable y cómodo, aunque el servicio es lento y es normal que al mediodía el servicio de limpieza no haya pasado aún por la habitación, pero dada la (escasa) velocidad del servicio en general en todo el pueblo no es algo de qué preocuparse.
Salimos desde Barcelona El Prat el sábado 27 por la mañana, donde conocimos a una de las animadoras del viaje. Tras ~4 horas de vuelo llegamos al aeropuerto de Helsinki, en el cual deberíamos esperar 5 horas más para tomar el vuelo hasta Ivalo, de hora y pico. Al llegar a Ivalo a las ~22:00 nos esperaba un frío de -25'C que había que sufrir ya que el aeropuerto de Ivalo es diminuto y se debe caminar desde el avión hasta la terminal. Allí conocimos a otro de los animadores, que nos dió instrucciones de recoger el equipaje y dirigirnos a uno de los buses que esperaban fuera. Llegamos al hotel a las ~23:00, donde nos dieron de cenar un plato tradicional (reno con puré de patatas, arándanos rojos y pepinillo) y nos dieron las instrucciones para el día siguiente.
Vista desde mi habitación, en la cuarta planta del hotel Gielas.
La mayoría de las familias del paquete no llegaban hasta el día 28 por la tarde-noche, así que habían pocas familias durante el día. El 28 por la mañana nos dieron la equipación térmica, consistente en un mono, unas botas, calcetines y manoplas (el resto de la equipación lo debe traer el visitante). A continuación los niños se fueron con los animadores a tirarse en trineo por una colina cercana mientras los adultos nos íbamos con raquetas de nieve a pasear por el parque Urho Kerkkonen, un parque nacional enorme con varios caminos marcados para senderismo tanto en verano como en invierno. Por la tarde fuimos al Holiday Club, un hotel que tiene anexado un parque infantil espectacular de temática Angry Birds (Rovio, los creadores de Angry Birds, son fineses), donde los niños pasaron la tarde.
Paseando por el parque Urho Kerkkonen.
El ojo de mi hermana tras pasear un rato por el parque a -20ºC.
Comiendo en el Rekka, el restaurante del Holiday Club.
El día 29, ya con todas las familias reunidas, fuimos en autocar a unas cabañas junto a un lago cerca de Saariselkä donde las familias se dividieron en 3 grupos para las 3 actividades de la mañana: paseo en trineo de perros, paseo en trineo de renos y "ceremonia sami". Lo mejor fue el trineo de perros: en cada trineo pueden subirse varias personas (normalmente 2 adultos y 2 niños pero es variable; yo por ejemplo fui solo) y lo mejor es que no te llevan, sino que un adulto del trineo hace de musher por un circuito preestablecido con una parada en el circuito para cambiar de musher si así se quiere; yo hice de musher todo el trayecto y fue muy divertido. El paseo en reno es una actividad tranquila: cada familia se divide entre 3 trineos tirados por renos y te llevan al paso por un pequeño circuito. La ceremonia sami es una actividad en la que un animador que se hace pasar por un chamán lapón les cuenta la historia de Papá Noel a los niños en una cabaña y pinta la nariz de todos los asistentes con un poco de ceniza para que así Papá Noel pueda encontrarles más fácilmente el año que viene.
Mush, mush!
Estos perros sólo quieren correr; cuando no corren ladran y estiran de los arneses para tirar del trineo.
Un reno de cerca. Son semisalvajes; los sueltan en verano y los cogen de nuevo en invierno, así que no son muy dóciles y no se dejan tocar.
La chica Sami que llevaba los trineos de renos.
Tras comer en el mismo recinto en una cabaña comedor, pasamos la media tarde en el mismo complejo tirándonos con trineos, intentando hacer esquí de fondo tándem o jugando al fútbol nieve, hasta que llegó el bus para recogernos y llevarnos de vuelta al hotel. Para rematar el día, varios de los que habíamos llegado el día 27 contratamos la actividad de moto de nieve y dimos una vuelta de ~2 horas por el bosque de la zona, pero desgraciadamente no vimos niguna aurora boreal porque el cielo estaba completamente cubierto y nevaba. De mientras, los niños jugaban en el hotel con los animadores.
La luna sobre un lago helado.
Es una lástima que capturar los colores sea tan difícil.
Preparándonos para salir en moto de nieve
El día 30 fue el día de ir a ver a Papá Noel. Por la mañana nos fuimos todos con moto de nieve hasta un lugar escondido en el bosque con varios tipis lapones. Las familias iban siendo convocadas de una en una para entrar en un tipi donde los niños pueden ver a Papá Noel, sentarse con él, hacerle preguntas (en inglés) y recibir un regalo. Las familias que esperan fuera son entretenidas con varios juegos de los animadores y con una hoguera junto a la que tomar salchichitas, malvaviscos, chocolate caliente y el omnipresente zumo de frutas del bosque, también caliente; afortunadamente la temperatura había subido hasta los -10 y había poco viento. Por la tarde los niños vieron una peli y otros cuantos adultos decidieron volver a ir en moto de nieve para buscar auroras boreales, de nuevo sin éxito debido a la capa de nubes, más fina que el día anterior pero aún así gruesa.
En la cabaña de Papá Noel. Los niños se emocionaron.
Hacer malvaviscos al fuego cuando han estado congelados a -10ºC durante horas requiere mucha mano izquierda.
Un arrendajo en su hábitat.
El día 31 subió todavía más la temperatura, hasta los -4 o -3. Por la mañana los organizadores montaron la "olimpiada blanca", una colección de juegos para niños y adultos en un campo nevado cercano al hotel. La tarde era libre; mi familia regresó de nuevo al parque de Angry Birds y yo aproveché para dar un pequeño paseo por zonas que no habia visto aún y para descansar un rato en el hotel. Por la noche nos llevaron a la cima del Kaunispää, la colina más alta de la zona (437,5 metros sobre el nivel del mar) en la que se encuentra un restaurante donde cenamos. A las 22:30 regresábamos al hotel para cambiarnos, ya que a las 23:15 habíamos quedado en la recepción del Tuntuli para recoger el cotillón y celebrar el año nuevo. A partir de medianoche no dejaban niños en el bar del hotel, así que tuvimos que hacer las campanadas al aire libre a -5, usando una cazuela de agua de sauna en vez de campana y comiendo las uvas como podíamos sacándolas de un vaso de plástico. Tras acabarlas nos felicitamos todos y vimos los fuegos artificiales del pueblo, sorprendentemente buenos para un pueblo tan pequeño. Los más pequeños se fueron a la cama y la mayoría de adultos también; yo hubiera salido a tomar algo pero estaba petado y el ambiente de los bares no era especialmente bueno, así que me retiré.
En serio, los colores eran increíbles...
...y en ninguna foto se reflejan tal y como eran.
Disfrutando de un paseo por la zona residencial de Saariselkä.
Más colores.
Restaurante en la cima del Kaunispää
El guardián de la cena de nochevieja.
Saariselkä La Nuit, desde la cima del Kaunispää.
El día 1 fue el viaje de vuelta a casa. La temperatura había subido hasta el grado positivo y llovía; hacía más frío ayer en Andorra que en el círculo polar ártico... Tras desayunar tomamos el autocar hasta el aeropuerto de Ivalo, donde tras facturar esperamos hora y pico hasta coger el vuelo a Helsinki, donde esperamos otras 3 horas antes de tomar el vuelo final a Barcelona.
La tristeza de volver a casa reflejada en la lluvia sobre el paisaje en el bus de vuelta.
Creo que el aeropuerto de Ivalo es mi aeropuerto favorito, aunque sólo tenga 3 puertas de embarque y se te congelen las pelotas entre la terminal y el avión...
Algunas notas adicionales:
-Kaunispää es una de las dos colinas que forman la estación de esquí alpino de Saariselkä, que no tuve la oportunidad de probar porque nuestra agenda era muy apretada, pero que según los guías no era gran cosa porque hay muy poco desnivel y las pistas son cortas pero que la nieve era fantástica (yo me quedé con las ganas...).
-Saariselkä está en una zona considerada montañosa por los estándares fineses, pero lo que había era más bien colinas muy suaves con apenas desnivel. El esquí de fondo es muy popular.
-Los guías no van con monos y llevan ropa parecida a la de esquí, pero llevar el mono es una buena idea sobretodo porque si se mancha no pasa nada, mientras que si se mancha tu propia ropa con grasa o similar siempre es una putada. Las botas son correctas pero hace falta un buen calcetín para no pasar frío; yo llevaba los de esquí y no pasé mucho frío salvo en momentos puntuales. No usé los calcetines que nos dieron salvo para ir en moto de nieve, y nunca usé las manoplas porque las odio y porque me traje muy buenos guantes. Por supuesto, la ropa interior térmica y algo de relleno son fundamentales; yo iba con chaqueta de primaloft por debajo y nunca pasé frío pero en las piernas a veces me tuve que poner un pantalón de pana entre los leggings térmicos y el mono, sobretodo para los días de moto de nieve. Es importante tener bien abrigados pies, manos y cabeza para no pasar frío.
-No vimos ninguna aurora boreal en todo el viaje, a pesar de estar dentro del círculo polar ártico. La primera noche creímos ver el rastro de una tras la capa de nubes, pero en general el tiempo siempre estubo cubierto. Hay tours de japoneses que vienen a Laponia expresamente para ver auroras porque creen que verlas aumenta la fertilidad pero más de un tour se ha vuelto con las ganas porque tanto la generación de auroras como el tiempo son impredecibles.
-No vimos el sol ni un sólo día. En Saariselkä el sol se pone por última vez el 4 de diciembre y no vuelve a salir hasta el día 8 de enero, aproximadamente. Parece que empieza a amanecer a partir de las 9:00 pero nunca llega a salir el sol, y a las 15:00 ya es casi de noche de nuevo. A las 17:00 tienes la impresión de tener que irte a cenar.
-A mi me gustaron, pero el resto de mi familia acabó del reno, el salmón y los frutos del bosque hasta los huevos porque son omnipresentes y no hubo comida en los que no estuvieran presente.
-El vino caliente brilla por su ausencia pero en todas partes puedes pedir glögi, una bebida local especiada que tomada caliente es prácticamente lo mismo y es deliciosa.
-Todo es caro. MUY caro. El alcohol especialmente. La comida infantil era la más barata pero los platos no bajaban de los 12€ y en toda Saariselkä no hay un solo restaurante de comida rápida, aunque en el Kuukkeli (el supermercado) hay una especie de restaurante del palo Ikea pero no lo probamos. El servicio en los restaurantes es lento; desde que pides hasta que te sirven puede pasar mucho rato. La atención al cliente es correcta pero el carácter finés es muy seco y puede dar la impresión de que te atienden a disgusto, pero en realidad son así (aunque hay algunas excepciones y encontramos a un par de camareros amables y sonrientes).
-El mushing mola, pero poder ir con moto de nieve campo a través por bosques nevados es una sensación genial. Hay tours organizados que consisten en recorrer una ruta de cientos de kilómetros en motos de nieve, durmiendo en refugios por el camino (¡algunos refugios incluso tienen sauna!), y que yo quiero hacer alguna vez en la vida.