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Anaximedes
Cuenta una historia que no recuerdo muy bien, bailaré algún número, o dato pero cuenta algo así:
Sabiñánigo se pobló de una buena cantidad de paisanos, tiones algunos, que de las aldeas más o menos cercanas, en ausencia de la herencia y sin casa, y muchas veces dignidad al saber cual era su futuro, decidieron bajar a trabajar en las industrias de allí, que hicieron buen uso de los diversos saltos y minicentrales eléctricas que iban poblando los valles y dejar la dura vida del sobrepuerto. Mientras se hacían con los ahorros para poder comprar algo donde vivir en la ciudad, sus desplazamientos los realizaban en bici, años y años. En aquellas bicis de aquellos tiempos. Y no eran pocos los kilómetros.
Alguno de ellos, ya jubilado, siguió rodando por esas carreteras de dios, ya por placer, si no con la misma bici, quizá con una muy similar, lo que la salud le permitió, bastantes km al día. No era raro que subiera a estirar las piernas de Sabiñánigo al Portalet. Mono azul o pantalones con alambre atado para no engancharse con el plato, uno, de la bici. Pañuelo anudado en la cabeza. Navaja, queso, embutido y una bota de vino, del vino que conoceríamos después como del somontano en un atillo en la caja de frutas que llevaba como porta atada a la bici. Decía con sorna cómo le llamaba la atención todo el atuendo y demás que llevan hoy en día los de la flaca de fibra de carbono. Que él se hacía los mismos km o más con lo que llevaba sin anhelar otra cosa...
Pues eso, que cómo somos hoy en día.
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Redan
Jajajajajjaja, yo voy por la pista y veo a un tio esquiando con una rama en la mano y fliparía un rato, jajajaa.
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Redan
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Anaximedes
Cuenta una historia que no recuerdo muy bien, bailaré algún número, o dato pero cuenta algo así:
Sabiñánigo se pobló de una buena cantidad de paisanos, tiones algunos, que de las aldeas más o menos cercanas, en ausencia de la herencia y sin casa, y muchas veces dignidad al saber cual era su futuro, decidieron bajar a trabajar en las industrias de allí, que hicieron buen uso de los diversos saltos y minicentrales eléctricas que iban poblando los valles y dejar la dura vida del sobrepuerto. Mientras se hacían con los ahorros para poder comprar algo donde vivir en la ciudad, sus desplazamientos los realizaban en bici, años y años. En aquellas bicis de aquellos tiempos. Y no eran pocos los kilómetros.
Alguno de ellos, ya jubilado, siguió rodando por esas carreteras de dios, ya por placer, si no con la misma bici, quizá con una muy similar, lo que la salud le permitió, bastantes km al día. No era raro que subiera a estirar las piernas de Sabiñánigo al Portalet. Mono azul o pantalones con alambre atado para no engancharse con el plato, uno, de la bici. Pañuelo anudado en la cabeza. Navaja, queso, embutido y una bota de vino, del vino que conoceríamos después como del somontano en un atillo en la caja de frutas que llevaba como porta atada a la bici. Decía con sorna cómo le llamaba la atención todo el atuendo y demás que llevan hoy en día los de la flaca de fibra de carbono. Que él se hacía los mismos km o más con lo que llevaba sin anhelar otra cosa...
Pues eso, que cómo somos hoy en día.
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