Pues sí que hace falta algo así.
Yo lo puedo decir y en primera persona, desgraciadamente
Sufrí un pequeño accidente hace dos semanas y no pudieron rescatarme porque no teníamos cobertura de móvil. Nunca se sabe dónde te puede dar la sorpresa la montaña... en mi caso fue en el sitio a priori menos peligroso (la vereda que lleva al Corazón de la Sandía desde el río Dílar,a la altura del Collado del Pino) y que conocemos como la palma de la mano. El sendero estaba irreconocible, con mucha nieve acumulada y cortado por muchos sitios, por las decenas de pinos que se han roto este invierno por los vendavales. Era difícil caminar, ya estábamos cansados porque llevábamos bastantes kms andados por la nieve, y no sé... debí tropezar con una rama oculta por la nieve o resbalé, ni me acuerdo. Rodé por la nieve, hice un mal giro para no estrellarme contra el tronco de un pino caído y me luxé el hombro derecho, además de darme varios golpes por todo el cuerpo (aún tengo las piernas, los brazos y la cara con cardenales).
Cuando me di cuenta de mi luxación de hombro, y donde estábamos, tan lejos, me eché a llorar, qué cobarde. Sólo íbamos Manolo CC y yo, y él no se atrevió a dejarme sola porque yo estaba tirada en la nieve paralizada por el dolor. Intentamos varias veces llamar al 112, pero fue en vano, pues Movistar no llega allí. Empezaba a caer la tarde y supimos que o nos poníamos en marcha o se nos haría de noche en el barranco. Así que saqué fuerzas de donde no las tenía, dejé de llorar como una gilona, me cogí de Manolo e hicimos todo el camino de vuelta andando hasta el coche, que estaba en el Canal de la Espartera.
Si no fuese porque mi querido compañero de rutas me daba ánimos continuamente y me sujetaba con fuerza -ya que yo iba al borde del desmayo por el dolor y el frío-, no sé qué habría hecho.
Como iba accidentada, tardamos mucho tiempo en volver al coche. Cuando llegué al hospital habían pasado casi tres horas de mi accidente; ya estaba tan rígida y tensa que tuvieron que dormirme para reducir la luxación, que era severa, y calmarme el dolor.
Pero lo irónico fue que el helicóptero de Emergencias pasó volando por encima de nuestras cabezas dos veces, mientras yo, en el fondo del barranco que ellos sobrevolaban sin tener ni idea de que los necesitábamos, intentaba ponerme pie para poder volver.
No fue grave, lo sé. Podría haber sido mucho peor. Ahora estoy esperando para operarme del hombro, pues me lesioné la cápsula glenoidea, y no puedo tocar el piano para dar mis clases, ni creo que pueda en una buena temporada. Eso es lo que llevo peor, pues me dijo el traumatólogo que si no hubiese pasado tanto tiempo con el hombro luxado, me habría recuperado del todo sin problemas asociados.
Pero no había cobertura del 112