Canuto norte de la Alcazaba. Rafa Tras y David “Olid”. 11-03-2012.
Esta no es una historia amable. No es una historia de cumbre. No es la historia que me hubiera gustado contar. Es una historia de cansancio, de agotamiento, de sentirse insignificante, de rozar la desesperación, de quererse rendir y no poder hacerlo, de estar rodeado de belleza, tan enorme como impasible…
El sábado 10 de marzo salimos de la “Vereda de la Estrella” con la intención de cumplir más que un proyecto, un sueño. Y quien diga que los sueños no pesan se equivoca, el nuestro, al menos, pesaba la suyo:
Pero quien puede negar que no valiera la pena:
La caminata fue larga y pesada, así que nos merecíamos un buen descanso, que disfrutamos embobados por las vistas:
A las 4:00 sonó el despertador y nos costó trabajo darnos cuenta que ya no estábamos soñando:
Iniciamos la ascensión con buena temperatura y guiados por esa preciosa luna llena:
Que cerca veíamos el inicio de nuestro objetivo y ¡cuanto nos engañábamos!:
Encontramos las laderas y vaguadas con zonas de hasta 80cm de nieve sin transformar. Iniciamos la lucha por abrirnos paso perdiendo valiosos minutos pensando que pronto hallaríamos terreno más propicio. Nos engañábamos, la energía que guardábamos en nuestras mochilas para la vía se nos derramaba a borbotones en aquellas suaves laderas absolutamente vírgenes de pisadas, en las que más que abrir huella hacíamos surcos:
Alcanzamos la divisiora que da al barranco del canuto norte con las esperanzas gastadas. Así que dos montañeros positivos donde los haya, hablamos de alcanzar, al menos, el inicio de la vía, evitando por supuesto, el barranco, como forma de salvar el día:
¡Por fín!, agotados física y mentalmente y fuera de horario, teníamos a tiro de piedra los resaltes de hielo iniciales:
Sin embargo, alguien conspiraba en nuestra contra y no estaba dispuesto a concedernos ningún descanso, al iniciar la diagonal hacia el estrechamiento nos hundimos en un mar de nieve que no estábamos dispuestos a atravesar así que retrocedimos buscando la nieve firme de la divisoria y haciendo un pequeño círculo nos plantamos por encima de los resaltes de hielo:
Que sin probarlos parecían no muy formados pero bastante asequibles:
Es curioso, durante los momentos anteriores habíamos acordado tácitamente llegar hasta aquí e iniciar la retirada. Pero en esos momentos la opción de abandonar de difuminaba como por arte de magia. ¡Cómo no probar la nieve del corredor!. Así que sin más Rafa superó el primer resalte de roca, un trocito de unos 8mts de roca con muy poca opción de asegurar y montó la única reunión del día:
La nieve del corredor en benditas buenas condiciones:
Con algún pasito entretenido:
Y más nieve:
La pequeña dosis de energía que había aparecido al inicio de la vía ya hacía mucho que se había consumido. Más de una vez pensé en medio del larguísimo corredor qué me había llevado hasta allí, porque me encontraba tan agotado en un sitio tan expuesto, sin posibilidad de rendirme y descansar. Este acumular sufrimiento tras sufrimiento por puro capricho no tiene sentido…
Rotos hicimos cumbre en la inconmensurable Alcazaba
Donde la Belleza es brutal y absoluta:
Y sin ningún descanso iniciamos un descenso agónico. Agónico porque la única fuerza que nos quedaba era la de la voluntad, por luchar contra la noche intentando atrapar las horas de luz, por luchar a cada paso contra la nieve, que volvió a ser la del principio, hundiéndonos ahora sí y ahora también, convertida en el gran enemigo del día.
¿El helicóptero?, ¿una noche al raso?, todo se pasó por nuestra mente, pero sólo lo confesamos horas después, al abrigo de la tienda, cuando nos acostamos a repararar nuestros mojados, maltrechos y doloridos cuerpos, sin ganas, ni energía ni para calentar una mísera sopa.
Que hubiera pasado si Rafa me hubiera dejado sacar las cuerdas y hacer dos largos hacía lo que yo creía que era la cumbre de la Alcazaba o sí no hubiera encontrado los primeros hitos del descenso de la Mosca ahorrándonos al menos una hora… no lo sé…pero seguro que hubiera sido aún peor. Tener un compañero valiente y con sentido común, capaz de mantener la cabeza fría en momentos de estrés no tiene precio.
Ahora, desde la cómoda civilización, es difícil ordenar las sensaciones. Creo que para mí, ha sido una desventura, más que una aventura, en el entorno más puramente bello de mi vida, en la que el sufrimiento y el agotamiento dominaron una jornada cuya dureza rebasó mis límites y de la que creo, con mucha diferencia, haber aprendido más que de ninguna otra.
P.D. Gracias mil a la persona que colocó los hitos en la bajada de Laguna y a los que hicieron las buenísimas reseñas de la vía que pululan por internet y algo tienen que ver con el foro.
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Editado 1 vez/veces. Última edición el 15/03/2012 09:49 por olid delamontaña.