Dominik Podolsky, un snowboarder alemán de 22 años, se quedó colgado en la silla durante seis horas, desde las 16,30h a las 22,30h. Al principio empezó a gritarle a los últimos esquiadores que bajaban e incluso a algún trabajador, pero nadie lo oyó. Así que cuando empezó a caer la noche, comenzó a quemar pañuelos, tarjetas de visita y todo lo que tenía a su alcance para que alguien pudiera ver la llama desde algún lado y pudiera acudir al rescate. El pasajero no llevaba el teléfono móvil encima, y no se atrevía a saltar porque estaba a unos 10 metros del suelo, y temía partirse las piernas.
El hombre empezó a usar algunos métodos contra la hipotermia aprendidos durante el servicio militar, pero conforme caía la noche la temperatura cayó a los -18ºC, por lo que sus miembros empezaron a enfriarse, y su cuerpo se adormecía. Antes había lanzado gritos con la esperanza de que alguien le oyera, pero nadie le escuchó. Quemó pañuelos, facturas de restaurantes, tarjetas de visitas, hasta que finalmente tuvo que hacer uso de los billetes de dinero que llevaba encima. Cuando a las 22,30h, se dieron cuents y pusieron el telesilla de nuevo en marcha gracias a que un maquinista lo vio, lo encontraron quemando su último billete de 20 euros. Afirma que llegó a quemar un total de cien euros.
Al parecer, tomó el telesilla de bajada casi en el momento de la hora de cierre. El hombre está considerando demandar a la estación de esquí de Hochzillertal (Austria), que es donde se quedó colgado, aunque desde el centro invernal afirman que antes de tomar e remonte, debió saltarse varios avisos de advertencia.
Sorprendentemente el snowboarder no tenía más que unos síntomas de hipotermia que pudieron ser tratados en el hospital, y por la noche pudo marcharse el mismo en tren a su casa. Es de imaginar que alguien le dejaría unos eurillos para volver!.
Se queda colgado en un telesilla y quema dinero para que le vean
Un snowboarder alemán tuvo que quemar literalmente dinero de su bolsillo, porque se había quedado en un telesilla que habían parado por ser la hora de cierre, y no tenía el teléfono móvil encima para llamar. La altura era considerable y temía partirse las piernas si saltaba. Se calcula que llegó a quemar unos 110 euros.