Una tarea costosa que la mayoría de veces paga quien entrega los esquís. En el caso de las tiendas de alquiler hay cierto control para que no acaben en la basura, como pasa en los Alpes. Pero en las grandes ciudades acaban en un punto verde de reciclaje, bien porque se lleva allí directamente o porque se ha dejado junto a un container y los operarios lo han trasladado a la planta de reciclaje. Una vez allí no saben como tratar este producto y acaba almacenado.
Estos alumnos de Lausanne proponen darles otro uso. Por ejemplo construir un 'pabellón nómada'. Es decir, una estructura que pueda plegarse y desplegarse para ser trasladada.
Parte de la investigación se centró en el estudio del material. Tenía que ser flexible por un parte, pero por otra rígido para soportar cargas aplicadas y tener buen comportamiento durante mucho tiempo. Se probaron todo tipo de esquís, de descenso, eslalon, para la modalidad nórdica o para freeride. Se colocaron en lugares estratégicos del pabellón en función de su comportamiento, y descubrieron que los esquís tiene una madera muy adecuada para la construcción de estas infraestructuras.
Flexible como una malla metálica, se vuelven rígidos como una cáscara cuando están unidos. Además la estructura puede ser montada y desmontada sin la necesidad de grandes herramientas, otra de las pautas que se exigieron.
Para montar este 'pabellón nómada' se usaron 210 esquís de todo tipo y 300 tornillos, de los cuales menos de un centenar se tienen que extraer para el desmontaje o montaje. EN Junio se podrá ver un ejemplo práctico durante la Bienal de Arquitectura de Lyon
El resultado es este: