Caida de Paul de la Cuesta en Wengen en enero de 2015. Puedes ver el video entero aquí
Mientras los demás deportistas de invierno cuentan los días para dar el salto definitivo a la nieve y a la competición,
Paul de la Cuesta es la otra cara de la moneda. Se retira
definitivamente del esquí de competición con
27 años. Más que retirarse, una lesión le impide continuar. El esquiador donostiarra sufrió una
durísima caída en enero de 2015 en una de las últimas curvas en el entrenamiento oficial de la Copa del Mundo en Wengen (Suiza). Chocó contra las redes y se rompió la tibia y el peroné. Tras casi dos años de intervenciones quirúrgicas, la última hace tres semanas, no hay forma de que pueda volver a la competición.
- ¿Cómo está?- Me dicen que mejoro. Parece que en esta última operación el tobillo dio algo más de sí y que he ganado grados de flexión. En principio dicen que todo pinta mejor. Ahora habrá que ver los resultados en la realidad.
- ¿Todos estos problemas vienen de aquella caída? - Sí. En un primer momento no me di cuenta de la gravedad. Ya venía de antes con una pequeña molestia en el tobillo y pensaba que me había resentido. Pero enseguida me quité la bota y vi un bulto a cada lado del tobillo, dos pelotas, y comprendí que aquello pintaba mal. Me evacuaron en helicóptero al hospital y enseguida me dijeron que tenía rotos la tibia y el peroné.
- Y luego empieza el calvario... - Exactamente. No consigo recuperar, me voy a Barcelona a que me traten otros médicos, mejoro un poco en cuanto a la inflamación, pero la movilidad sigue siendo muy reducida. A partir de ahí he intentado recuperar la movilidad con diferentes tratamientos y en eso estoy. Pero llevo cinco operaciones
- ¿Cuándo decide retirarse?
- Más que una decisión, es ver que es imposible. En el momento que me doy cuenta de que no voy a empezar la pretemporada del año siguiente, en mayo-junio del año pasado, se complica todo. Me vuelvo a operar en julio y de nuevo en octubre, en diciembre me hacen un tratamiento para intentar recuperar cartílago... Pero veo que las cosas no avanzan y cuando pierdes el hilo ya está claro cuál es la situación. Ahora estoy centrado en los estudios. El momento llegó y se acabó.
- ¿Aunque no hubiera otra solución, ha sido duro retirarse? - Sí, pero no hay más remedio. Lo bueno es que he tenido otras cosas que me han mantenido muy ocupado mentalmente. He estado bastante centrado en los estudios y sigo estándolo. El tiempo que usaba antes para el entrenamiento ahora lo dedico a estudiar.
- ¿Qué estudia? - Odontología. Estoy en cuarto. Me quedan este curso y quinto. Mi padre es dentista y mi tío, cirujano maxilofacial. Siempre he estado en la consulta observando y me ha llamado la atención. Desde pequeño tenía en mi cabeza que quería hacer algo que tuviera que ver con la medicina.
- ¿Ha pedido consejo a algún otro deportista que haya pasado por lesiones similares? - Enseguida me llamó Iñigo Díaz de Cerio. De no conocernos hemos pasado a mantener una buena relación. Me ha ayudado bastante. Esquiadores también me han llamado. Es difícil encontrar un esquiador que no haya pasado por una lesión, pero ellos recuperaban en los plazos fijados y yo veía que no. A los seis meses todo el mundo está al cien por cien y yo no podía ni trotar.
- Ahora que empieza la temporada, sentirá envidia.
- Sí, pero ya lo pasé la temporada pasada y, si soy sincero, estar retransmitiendo en Eurosport me mantiene en contacto con el circuito y con la gente. El gusanillo de volver a ponerme los esquís claro que lo tengo, pero no soy de pensar mucho en esas cosas. Me imagino que algún día llegará el momento de poder esquiar, pero con la limitación tan grande que tengo en este momento en el tobillo tampoco me motiva esquiar así. No he tenido depresión o angustia por no poder volver. Igual es por miedo a ver que en el estado físico en el que estoy no voy a ser capaz de disfrutar. Quizá es más eso que una falta de interés. No pierdo tiempo en deprimirme o en pasar malos ratos que no me van a hacer mejorar. He pasado rápido de un lado a otro sin darle muchas vueltas.
- ¿Echa de menos la vida errante del deportista de élite?
- Se nota el cambio. Es una vida dura, aunque te gusta. El esquí es un deporte duro, son siete meses entrenando para competir tres o cuatro. Las pretemporadas son eternas. Descansas veinte días al año y luego es Sudamérica, los Alpes, Noruega... Al principio, al estar más tiempo en casa, te sientes un poco encerrado.
- ¿Esta operación va a ser la buena, la última?
- Eso dicen. Estoy en rehabilitación, a ver si cede un poco más y gano un poco más de movilidad. No me voy a relajar con esto. Toda la rehabilitación la he hecho al cien por cien, todo a su tiempo. Eso lo he tenido claro desde el principio.
- ¿No siente nostalgia al repasar su carrera? - Ahí sí que te quedas más fastidiado. En el momento en que mejor estás te lesionas y en ese sentido sí supuso un bajón. Podría haber hecho cosas mejores. No me quito méritos, pero sí tengo la sensación de que estaba en una época en la que podía llegar un gran resultado y no llegó.
- ¿A qué velocidad bajaba en el momento del accidente? - Doscientos metros antes de lesionarme iba a 146 kilómetros por hora.
- Yo siempre he necesitado ese gusanillo, es mi personalidad. Ahora, con el tobillo que no responde, estoy más limitado para intentar percibir esas sensaciones con otras cosas. Hago bici, remo, pero me falta algo que estimule más la adrenalina.
- ¿Cómo surgió lo de ser comentarista? - Me dijo mi madre que se lo propusiera a Eurosport. A la semana de lesionarme empezaba el Mundial y enseguida me dijeron que sí. Lo hago desde casa. Tengo todo instalado y estoy contento. Hay que estar al día y con eso me mantengo bastante ligado al circuito. Intento transmitir las sensaciones que podía tener yo con las cosas que veo que están pasando. Intento aportar eso.
Descenso de Paul de la Cuesta en Sochi 2014