Es la estación de culto del fuera pista. La meca para cualquier esquiador amante que quiera experimentar el esquí en su pura esencia. No solo porque allí no se pisa trazado alguno, sino porque todo es salvaje, desde su montaña, hasta los servicios que se ofrecen al esquiador o los alojamientos a pie de pista. Es más, ni siquiera hay un pie de pista!.
La historia de La Grave-La Meije no se puede contar sin la aportación de Daniel Creissens, un ingeniero francés que diseñó entre otros el Teleférico de l'Aguille du Midi en 1955 y que pocos años más tarde abrió su propio estudio de ingeniería especializado en remontes. Suyo es por ejemplo el Telescaphe de Marsella, el único telecabina sumergible del mundo. O el sistema duocable que dio paso al Funitel y el 3S. Sin olvidar otros remontes curiosos como el Ski-Carrousel de Sierra Nevada. Montado en 1963 los debutantes se agarraban a una suerte de pequeño tiovivo dando vueltas con sus esquís en el suelo para aprender estabilidad. No tuvo éxito y el invento no se le colocó a nadie mas.
En 1976 el fabricante francés Pomagalski, le encarga la construcción de un teleférico de acceso al glaciar de La Meije, sobre la población de La Grave. Este pequeño pueblo francés de apenas 500 habitantes quería aprovechar el desarrollo que se estaba viviendo en el esquí, para tener una pequeña estación que fuera un motor económico con el que permitir fijar habitantes.
La primera sección llamada P1 parte desde el mismo centro del pueblo a 1.400 metros, tiene una pequeña parada intermedia a 1.800, y sigue hasta los 2.450 de Peyrou d'Amont. Allí has de cambiar de remonte y tomar la segunda sección, construida en 1978, y que te permite seguir hasta Col des Ruillans (3.200 metros). En 1986, solo 10 años después de la creación de La Grave-La Meije, el propietario Sivom Briançon anuncia la quiebra con una deuda de más de 13 millones de francos. Entonces, en 1987, Daniel Creissens llega a un acuerdo con el Ayuntamiento quien le otorga la concesión hasta 2017. Le prometieron crear unas 2.000 camas, pero nada de todo eso se llegó a hacer. Aún así logró enjugar la deuda y mantener a 16 personas en plantilla todo el año.
Nunca se pisaron pistas ni se hace actualmente, quedando como una estación de esquí puro, donde cada uno baja por donde le apetece. Tan solo en su parte superior hay un telesquí con acceso a un par de pistas pisadas que sirven para dar clases y para entrenamiento de clubes locales. De los 23 trazados marcados en el mapa, 18 son calificados para 'muy expertos'.
Con este planteamiento no es de extrañar que a lo largo de estos años haya ido atrayendo a los mejores freeriders del mundo y a los más amantes del fuera pista. Gente que solo busca bajar, buscar nuevas rutas y disfrutar de la nieve. Para ellos el alojamiento siempre ha sido secundario, por lo que en La Grave no encontraremos ni grandes hoteles, ni mucho menos un spa. Sí hay refugios y hostales de madera llenas de foto regentados por matrimonios amantes del esquí, y bares donde reunirse a tomar una cerveza en un ambiente totalmente alpino, donde el apré-ski es simplemente reunirse para comentar las bajadas.
Tampoco hay restaurantes en la estación, a excepción de un par de refugios y el que está en la salida del telecabina, también pequeño y sin grandes lujos. Por si todo esto fuera poco para 'expulsar a los esquiadores', cuando uno llega abajo tiene que quitarse los esquís, atravesar andando el puente sobre el Romanche, y comenzar a subir las escaleras de piedra durante un rato. Y luego caminar hasta la salida del teleférico. Y es que el pie de pista acaba en un descampado junto al río donde no hay nada ni nadie.
Todo esto, que va a contracorriente de lo que conocemos hoy en la industria del esquí, además de la poca capacidad del telecabina y los casi 40 minutos de trayecto, ha ayudado entre otras cosas, a mantener ese ambiente puramente alpino, y de paso a evitar un exceso de accidentes y lesiones. Si bien es cierto que la búsqueda de nuevas vías y canales ha traído desgraciadas situaciones como la muerte de Doug Coombs en 2006, también es verdad que todo esto permite que el esquiador se tome un tiempo antes de volver a esquiar, ya descansado y fuerte de nuevo.
Pero todo esto ha traído un desarrollo pobre del esquí comercial a esta zona. Del que no deja dinero. Apenas hay nuevos negocios, y los que hay están enfocados a un tipo de esquiador que no gasta. No hay clases de esquí, pero si guías de montaña. No hay hoteles, pero sí refugios y hostales. Y no hay caros restaurantes, pero sí bares con terraza en la acera.
La concesión del telecabina acaba en 2017. Y dadas las circunstancias, nadie se quiere hacer cargo del remonte y por tanto de la explotación de la zona esquiable. Por si todo esto fuera poco, la carretera de acceso el año pasado sufrió un desprendimiento de rocas afectando uno de sus túneles. Las primeras semanas La Grave quedó tan aislada que se tuvo que llevar víveres en helicóptero, y más tarde transportar mercancías a través de barcazas por el río. Hoy hay un pequeño acceso, muy limitado a vehículos no pesados, lo que provoca que se haya reducido aún mas el turismo. Y hasta 2018 no parece que la situación se vaya a resolver. La temporada pasada el número de esquiadores bajó un... 75%!!, el mismo porcentaje que los ingresos en los comercios y empresas locales. Para hacernos una idea de la situación, si en 1976 la población llegaba a 551 habitantes, hoy apenas alcanza los 480.
La primera de ellas viene de La Compagnie des Alpes. La mayor empresa del mundo en cuanto a propiedad y gestión de dominios esquiables (si es que Vail Resorts no la ha superado ya tras la compra de Whistler-Blackcomb) . Val d'Isére, Tignes, La Plagne, Les Arcs, Sérre Chevalier y hasta 12 conocidas estaciones de los Alpes de Francia están bajo su paraguas, además de intereses en Rusia y otros países del centro de Asia. Les 2 Alpes también es suya. La compraron hace 6 años, y hace un par de meses presentaron un proyecto para conectarla a Alpe d'Huez con una gigantesca inversión de mas de 350 millones de euros.
La empresa francesa ha anunciado su interés por quedarse La Grave-La Meije y de esta manera conectarla a Les 2 Alpes a través de la Dome de la Lauze a 3560m y de esta manera hacer una atracción para turistas en verano. Algunos llaman al proyecto el "Aiguille du Midi de los Alpes del Sur" Actualmente no hay conexión directa entre las dos estaciones, pero se puede llegar en una caminata de dos kilómetros a pie. De esta manera podría ofrecer un mayor dominio esquiable, y además especializado en freeride.
A Daniel Creisens, quien ahora tiene 81 años, lo que ofrece Les 2 Alpes no le gusta. Ni a él ni a muchos otros como los guías o propietarios de alojamientos. Afirman que quieren poner un nuevo teleférico. Algo que en cualquier lado sería motivo de alegría, aquí no parece agradar tanto. Por una parte porque eso es muy caro, y vendría sí o sí, unido a un desarrollo urbanístico. Por otra, al tener mayor capacidad de transporte de esquiadores, metería mas gente en la montaña. Además si es más rápido la gente volvería al punto de partida más veces, con el peligro de lesiones por el cansancio. Y por último, atraería a gente no ten experimentada y sin el equipo necesario que llegaría desde las 'autopistas' de Les 2 Alpes.
Otra propuesta llega desde Bélgica. Joost Van Zundert, un empresario de la industria del plástico de aquel país y residente en invierno en La Grave desde hace 10 años, está montando algo que tan americano como el crowfunding, lo que aquí llamamos una recaudación de fondos. Su objetivo es reunir 3 millones de euros para hacerlas mejoras necesarias.
Van Zundert está buscando a 20 grandes inversores que destinen 100.000€ cada uno y afirma que ya tiene la mitad de ellos. El millón de euros restante lo quiere buscar entre la comunidad esquiadora. Pide que inviertan 'pequeñas' cantidades de entre 1.000 y 10.000 euros. Les ofrece dependiendo de las aportaciones, un escalado de compensaciones que van desde un forfait de temporada, a un pase anual vitalicio o vales para el comercio local.
Su intención es dejar la estación prácticamente como está. Hacer una profunda revisión al teleférico, que para él ya está bien como está y tratar de hacer el suficiente dinero cada año para cubrir gastos.
No obstante el pliego de condiciones pide una inversión de 20 millones de euros en 30 a 35 años, algo que para Les 2 Alpes, con ingresos superiores a los 35 millones anuales, no significa ningún problema, pero aleja a pequeños inversionistas exóticos como Joost Van Zundert...