El país se está abriendo tímidamente al turismo, principalmente de Europa, y el objetivo principalmente suele ser ciudades y monumentos. Por eso estas montañas son bastante desconocidas para los extranjeros, aunque aquel que se quiera aventurar podrá descubrir situaciones extraordinarias como uno de los pocos glaciares sub-tropicales del mundo, con la particularidad de que este además, está a las puertas de uno de los grandes desiertos de Irán. Y es que las grandes montañas suelen quedarse todas las precipitaciones, dejando las llanuras desiertas.
Para llegar al glaciar se ha de tomar un largo camino de mas de 500 kilómetros desde la ciudad de Isfahan, antigua capital del Imperio Persa. Al final de la ruta encontraremos a los Bakhtiari, una tribu nómada que suele acampar cerca de los glaciares. Aquella zona se convierte en un lugar puramente alpino desde Noviembre hasta bien entrado el mes de Abril gracias a las generosas nevadas que caen. En verano todo aquello se convierte en una zona que combina el verde con el marrón de zona desértica, por donde caen cascadas. Es una zona protegida donde se prohíbe incluso la caza.
El Kebab es el plato típico de aquella zona, con la particularidad de que se mantienen las tradiciones antiguas. Está hecho con hecho con carne de ovejas recién sacrificadas, y puesta a la parrilla en una barbacoa de carbón. Dice quien la ha probado, que la carne es tan tierna y sabrosa que no necesita ningún tipo de salsa.
El glaciar es una de las atracciones para los escasos turistas que llegan, que buscan tocar una nieve que se mantiene en una zona en donde en verano se alcanzan los 50ºC tranquilamente. No hay más atractivo que pisar un glaciar sub-tropical, porque a la vista de las fotos, su color es marronoso, lleno de polvo y tierra. Hay alguno más, ya dentro de cavernas que pueden medir 100 metros de largo y en zonas más altas de la montaña.