El invierno apenas ha dado un par de muy suaves avisos en las montañas de los Alpes australianos, pero los esquiadores de aquel país se están lanzando estos días a comprar su material de esquí sin esperar a ver que tal irá la temporada. La razón es la muy agresiva campaña de precios de los supermercados Aldi, que dentro de sus pasillos tiene un espacio dedicado al bazar donde cada semana lo dedica a a algo, y desde el 14 de Mayo, lo hace a los deportes de nieve.
Dicen que este pasado sábado, primer día de la campaña de esquí de Aldi, se oyó algún que otro sopapo entre compradores. Lo que es seguro es que a primera hora de la mañana en muchas tiendas hasta 150 personas hacían cola esperando la apertura para ser los primeros en cazar las gangas. Había gente que fueron con familiares que les ayudaran. Pantalones de snowboard femenino a 29,99$, máscaras a 40 dólares, chaquetas a 60 o cascos a 50€. No está claro si todo lo que se compra ahí va a ir a parar a las pistas de esquí, pero la cadena de supermercados alemana ya vende el 14% del material téxtil de deportes de invierno que se vende en la isla-continente.
No obstante el objetivo del supermercado no es hacerse un hueco en este mercado, sino atraer a compradores más adinerados. Aldi (acrónimo de Albrecht Discount) fue fundada en 1946 por los hermanos Theo y Karl en lo que era la tienda de comestibles de su madre. Desde entonces la cadena de tiendas no paró de crecer hasta convertirse en el gigante que es hoy. En 1960 ya tenían 300 tiendas en Alemania y siempre bajo el concepto de precios muy bajos. Es un concepto que a parte de que fuera una estrategia de marketing, venía marcado en los hermanos Albretch desde muy pequeños. Su padre trabajaba en una mina, y cuando volvieron de la Segunda Guerra Mundial no querían verse como su progenitor en una vida que hasta entonces además no les era muy acomodada.
El ahorro impuesto en casa lo trasladaron a las tiendas y a su vida personal. Sus tiendas siempre tenían un aspecto espartano, y siempre obligaban al personal a apagar las luces de los espacios u oficinas donde no hubiera nadie. A tomar notas con los restos de lápices sin usar estilográficas. En cierta ocasión a uno de los hermanos le secuestraron. Pese a que no estaba en casa desde el día de la desaparición, su hermano pidió una fotografía para comprobar que realmente habían cogido a la persona correcta, y ese año trataron de desgravar en hacienda el dinero de su rescate como gastos de empresa. Desde entonces no quisieron salir en prensa, que les hicieran fotografías ni entrevistas. Vivían en el más absoluto secreto y ahorro hasta su muerte, la cual se anunció cuando estuvieron enterrados.
El target de cliente que iba a Aldi siempre ha sido el que buscaba ahorrar como fuera, con pocos recursos económicos. Sus bazares situados en los pasillos centrales, un concepto introducido desde su fundación, le permite atraer a otro tipo de cliente que sino no entraría a sus tiendas, aunque hoy poco tienen que ver con aquellos espartanos locales de los '60 con cajas apiladas.
No solo venden material de esquí. También tienen una semana dedicada a las motos, a los deportes acuáticos o al bricolaje. Las tiendas de deportes de invierno se quejan estos días del intrusismo. Que de la misma manera que ellos no se ponen a vender queso brie o acelgas, Aldi no debería vender ropa o taladros. En Australia se calcula que un 16% de sus habitantes van un día como mínimo a esquiar. El volumen de compra de material asciende a unos 400 millones de dólares, y el volumen de negocio que se genera alrededor de las estaciones de Victoria y Nueva Gales del Sur está en 1.500 millones de dólares.