Si hasta ahora sus entrenamientos se dividían entre Nueva Zelanda, de donde era originario su pareja, y Norteamérica, ahora su base de pretemporada está en Saas Fee, donde también tiene su sede de verano la RFEDI. La rider se está ahora bajo el paraguas de la Federación española, pero siguiendo su programa junto al entrenador suizo Marco Bruni. La situación deportiva y de objetivos de Queralt obliga a diseñar un programa propio de entrenamientos y de técnico.
Los objetivos para la próxima temporada se centran básicamente en el circuito americano junto a algunas participaciones en Copa del Mundo de Snowboard, en la modalidad de Half-pipe. A sus 26 años mantiene el objetivo de medalla olímpica en los Juegos de Pyeongchang de 2018, mientras sigue participando en competiciones de alto nivel internacional.
La propia rider ha querido explicar su situación actual en una carta abierta que ha publicado en las redes sociales:
Sin embargo, no quiero hablaros de mí en esta carta. O al menos no directamente. Me gustaría a través de estas líneas honrar a una figura que ha sido clave en mi vida, tanto a nivel personal como profesional, y que murió la pasada primavera.
Siempre se ha dicho que hay entrenadores que marcan la carrera de algunos deportistas de élite. En mi caso, esta afirmación es absolutamente cierta. Desde que a los 19 años conocí a Ben Jolly di un salto a todos los niveles, configurando en apenas seis años tanto la persona como la deportista que soy hoy día.
Ben se convirtió en mi pareja y en mi entrenador al mismo tiempo. Y, pese a que en estas circunstancias en ocasiones aparecen roces, no fue ese nuestro caso. Él me convenció para pasar medio año en Nueva Zelanda y el otro medio en Estados Unidos para entrenar en los 'pipes' adecuados para mejorar mi técnica. Él mejoró mis movimientos, me hizo crecer en el ranking y me consoló cuando, pese que siempre estuve cerca, nunca (hasta ahora) pude obtener el premio de una medalla olímpica.
Hace un año le detectaron dos tumores en el cerebro. Luchó con todas las fuerzas que tenía, que eran muchísimas, pero finalmente no pudo ganar este vez su serie. Y me dejó a mí huérfana de casi todo, porque junto con mi familia en Sabadell él se había convertido en mi vida.
Por primera vez en muchos años, he pasado el verano enteramente en España. No he cogido una tabla. No he pisado la nieve. No he planificado la temporada, que comienza en pocas semanas. Nadie fuera de mi círculo ha sabido lo que ocurrió. Pero siento que debo un reconocimiento público a alguien que puede llevar por primera vez a una rider española a una medalla olímpica. Y que nunca quiso salir del segundo escalón de los focos.
Por primera vez en media década voy a cambiar mis costumbres. Me entrenaré en Suiza, que ha construido un 'pipe' espectacular, para poder estar más cerca de mi tierra y extender un poco más el deporte que tanto amo. Y buscaré afrontar con una nueva madurez todos los retos deportivos que vaya a tener por delante en la próxima campaña.
Ben fue quien me convenció de que podía estar en la élite. Y su legado supondrá para mí el compromiso de ser todavía mejor. Ojalá pronto pueda mirar al cielo desde lo más alto de un podium y dedicarle mis éxitos. Porque siempre sabré que serán también suyos.