"Que nieve, pero no demasiado". Lo que cualquier estación desea siempre es que haya nieve suficiente para poder abrir las pistas. A menudo es mejor que nieve poco a que lo haga en demasiada abundancia. Es innegable la campaña de marketing gratuita que te generan esos grosores exagerados que te permiten salir en todos los medios y redes sociales, pero la cara negativa es que frecuentemente estos complejos invernales, si no están preparados para estas grandes tormentas, tengan que dejarse un dineral en sacar la nieve, gastar gasolina para que las máquinas reacondicionen las pistas, y lo que es peor, no poder evitar que los esquiadores no puedan acceder a sus instalaciones.
A Piau Engaly le ha pasado todo esto. Pasada la alegría de ser los protagonistas por sus espectaculares grosores de hasta 540 centímetros, tocó hacer un balance de daños. Las cuatro semanas de las vacaciones de invierno escolares de febrero representan entre el 40 y el 50% de sus ingresos (ojo, a ver si algún politico toma nota de esto). La primera quincena la afluencia iba a toda máquina a un ritmo de 23.000 esquiadores semanales. Luego llegaron los nevazos y el grifo se cortó. La semana pasada acogieron a tan solo 11.000 clientes, y con precios reducidos porque no pudieron abrir todo el dominio esquiable. Los responsables de la estación afirman que entre una cosa y la otra han dejado de ingresar 200.000 euros. A este dinero hay que sumar gastos de limpieza de la nieve y hacer controles extra de seguridad de aludes.
Estas cifras no son nada buenas para Piau Engaly, que lleva unos años perdiendo clientes, sobretodo por la gran competencia que le ha salido en Saint Lary y por la falta de camas. Para colmo la temporada empezó mal al caer la nieve más tarde. No obstante los fines de semana de temporada baja del mes de enero funcionaron muy bien y ayudaron a compensar el mal inicio de campaña. También les fue bien la segunda semana de Navidad. Se esperaba que las cuatro semanas de vacaciones escolares del mes de febrero ayudaran a inclinar la balanza del todo.
Esperan que la Semana Santa atraiga muchos esquiadores gracias a sus grandes grosores de nieve. También necesitan los fines de semana de este mes y medio largo que les queda de temporada, que al menos parece que se presentan favorables este año.
De todas maneras desde la estación reconocen que el esquí de primavera ya no es el que era hace unos años. Pese a que todos los esquiadores saben que tanto Piau-Engaly como Cauterets estiran la temporada al máximo, llegando a cerrar en el mes de Mayo, la realidad es que los esquiadores no responden. Si hace unos 10 ó 15 años representaban el 15% de las ventas, ahora apenas pesan el 5% del total. Desde la estacíón afirman que el esquí de primavera ya no les sale a cuenta. Cuesta mas abrir las instalaciones que lo que se ingresa en caja. Este año por tanto cerrarán el 19 de Abril, que tampoco está nada mal...
La restauración no sufrió tanto. Mientras cayó la gran nevada la gente tuvo que quedarse en los apartamentos. Luego salieron, y aunque no pudieron esquiar, consumieron.
Saint Lary afirma que ha limitado el daño con tan solo 25.000 pases menos vendidos, pero una pérdida de ingresos de 500.000 euros. Allí las dos primeras semanas del mes vendieron a razón de 70.000 forfaits semanales.
Cauterets también estaba viviendo una buena temporada de vacaciones escolares. Los números estaban siendo superiores a los del año pasado durante la primera quincena. Con las nevadas calculan haber dejado de despachar 20.000 días de esquí. Entre una cosa y otra, actualmente van un 3% por debajo del mismo periodo del año pasado.
Peyragudes en cambio mantiene una facturación un 6% por encima del año pasado, y un 3% mas de forfaits vendidos. Y eso a pesar de que la última semana fue muy mala, pero la primera quincena estaba siendo extraordinariamente buena, un 25% superior a la de la temporada pasada. Desde la estación también afirman que han hecho un trabajo extraordinario, manteniendo el 30% de las pistas abiertas durante el temporal.