En su habitual columna de La Vanguardia, el 7 de diciembre Joaquín Luna escribió sobre el esquí (El esquí y otras formas de tortura) y parece que no ve claro esto de dedicarse a deslizar por la nieve. Bueno, esto por no decir que se ha quedado a gusto rajando sin piedad de nuestro deporte favorito.
Pues bien, visto desde fuera, toda la parafernalia del esqui puede no tener explicación lógica, pero hay tantas cosas maravillosas en esta vida que no siguen la lógica y que son inexplicables sin el contexto de la pasión que sería interminable enumerarlas todas, porque detrás de cada afición seguramente hay mucho de pasión y poco de lógica. Vamos, algo parecido, supongo, con ser del Espanyol.
Por ello, a pesar de que la mayoría de practicantes se inician de adolescentes (sí, cuando ya tienen uso de razón), a la práctica totalidad de niños que lo practican les encanta esquiar y, por tanto, somos mayoría los que empezamos de pequeños y agradecemos a nuestros padres que nos hayan llevado a la nieve antes de tener uso de razón. Ir a esquiar era el mayor de los premios, tortura era quedarse en casa . Pero no acaba aquí la cosa. Nos hemos hecho mayores y sí, algunos se han quedado por el camino y ya no esquían (ni juegan a fútbol, ni salen por las noches,...), pero otros muchos hemos repetido el gesto y llevamos a nuestros hijos a esquiar. Y estoy seguro de que muchos de ellos también llevarán a los suyos. Por algo será.
Creo sinceramente que seguramente no ha tratado con el tipo de esquiador adecuado. Lo primero que hay que diferenciar es entre verdaderos aficionados al esquí y esquiadores de salón, que los hay y muchos. Son estos los que están esperando a que acabe la jornada para quitarse las botas, porque los demás... Tendría que conocer a unos cuantos que circulan por este portal y se sorprendería al ver auténtica afición de la de verdad. Y quién sabe, igual se le hubiera pegado algo. Ah, y si Sísifo hubiera tenido unos esquís de skimo a mano, hasta lo habría encontrado divertido.
En cuanto a lo que comenta de las marcas de las gafas, estamos de acuerdo en que no tienen la sensualidad que presentan en otras zonas, pero si sube a pistas alguna vez más y se fija un poco, se dará cuenta de que esas indumentarias que tanto detesta son más sensuales de lo que parece y es que, en el fondo, al ser humano le gusta disfrazarse y nada mejor que tenerlo que hacer para practicar tu deporte favorito, que se convierte en una especie de baile de máscaras, donde se intuye pero no se ve nada. Y nada de cadenas, muchos hace tiempo que nos pasamos a las ruedas de contacto. A ver si será usted el que la lía por las carreteras por no ir preparado cuando caen cuatro copos.
En el tema de las lesiones no puedo dejar de estar de acuerdo, es un pequeño riesgo que hay que correr por practicar algo emocionante. pero todo lo que reconforta tiene algún efecto secundario. En mi caso, unos ligamentos en más de 30 años. Tampoco hay para tanto.
En fin, que seguiremos leyéndolo y escuchándolo, aunque discrepemos de algo tan fantástico como el esquí. Usted se lo pierde.