Cuando llega el día de cerrar la temporada, es posible que en el momento de guardar tus botas o las de algún miembro de la familia te lleves alguna sorpresa. En ese caso, puedes optar por guardarlas y postponer (y aumentar) el problema para cuando vuelva a asomar el frío o atacarlo de raíz y tener unas botas en condiciones cuando empiece la próxima temporada.
Con el paso del tiempo y un mantenimiento deficiente, este último aspecto más importante que el primero, es posible que nuestras botas adquieran un olor característico, desagradable.
Ejemplo de botín que empieza a presentar problemas
El principal motivo es que no se han secado adecuadamente y poco a poco el botín se ha ido deteriorando con la consiguiente generación de aromas desagradables. Para evitarlo, lo que tenemos que hacer después de cada esquiada es asegurarnos de que las botas se secan bien. Hay que pensar que el botín está hecho de un material que no deja pasar el agua y la carcasa tampoco ayuda a eliminarla, por lo que si queda humedad dentro cuesta mucho de sacar y empieza a hacer su función de generar vida interior.
Pero si por el motivo que sea el botín ya empieza a oler y las botas están a un paso de caminar solas, es recomendable seguir un par de casos. Lo primero que hay que saber es que botín, plantilla y carcasa son elementos integrados pero independientes, es decir, que se pueden separar. Dicho esto, lo primero que hay que hacer el quitar el botín de la carcasa y la plantilla del botín.
Conviene sacar el botín de la carcasa para secar bien las botas
Pero... ¿con qué se lava? Existe la teoría de que el botín no se lava y en todo caso se pueden usar sprays para acabar con el moho y los olores. Es una primera opción, pero si este método no te ha funcionado y ya te planteas no volver a sacarte las botas delante de nadie, puedes acudir a visitar la lavadora. Yo uso un par de marcas de jabón para prendas técnicas que funcionan bastante bien: Nikwax y Nuncas, pero lo puedes lavar con detergente más o menos convencional y seguro que hará una función parecida. Si te da miedo meterlos en la lavadora (con un programa suave y a baja temperatura), puedes sumergir los botines en agua y jabón y a ver si es suficiente, pero yo he lavado unos cuantos y no tiene que pasar nada. Y si tienes dudas, empieza por uno de esos casos imposibles, aquellas botas que estás a punto de tirar. No soy partidario de lavar muchas veces, pero sí cuando la cosa se pone fea o en el caso de las botas de niños, que tampoco van a durar demasiado.
Una vez lavados los botines, los puedes dejar secar al aire libre. Al ser más o menos impermeables tardarán en secarse, pero lo conseguirás.
Y si te cuesta volver a poner el botín, hazlo con él puesto, al más puroi estilo racing.
Si nos ponemos manos a la obra evitaremos convertir el lugar donde almacenamos las botas en una zona de riesgo biológico y tener que poner un letrero parecido a este en la puerta:
Ah, y tan importante como un buen mantenimiento es guardarlas en un sitio adecuado. Nada de trasteros húmedos, que las botas saldrán peor que han entrado.