A lo largo de mi vida como esquiador he sufrido por culpa de una poca preparación física. Esto empezó a cambiar en 2007, a raíz de una semana de heliesquí en Canadá para la que empecé a prepararme un poco en bicicleta, corriendo y en el gimnasio para poder aguantar en condiciones. Era un peaje enorme pero el objetivo lo valía.
El tiempo fue pasando y aunque la forma había mejorado y se notaba en las pistas, todavía no tenía esa preparación que me permitiera esquiar como yo quería. E intenté hacer más, pero no lograba los objetivos porque el "castigo" era demasiado grande y seguía sin disfrutar en los entrenos. Hasta el 2010. Ese verano, tras sufrir para acabar un triatlón al que todavía no sé cómo me apunté, empecé a dar clases de natación y a salir a correr en grupo. Y se cruzó en mi camino Carlos Carnero, un grandísimo entrenador que con su apoyo y motivación me ha cambiado por completo la manera de ver los entrenos. Lo que empezó como un trabajo necesario para poder rendir sobre los esquís se convirtió en una manera más de disfrutar del deporte y ahora ya no es algo que hago para esquiar mejor, ahora ya tiene vida propia y me permite disponer de un sustiuto en los meses de sequía para poder cambiar el chip, poner el modo winter en off y "olvidarme" del esquí hasta que vuelve el frío para volver en un estado de forma impensable hasta hace poco.
Desgraciadamente ya no trabaja donde entreno habitualmente, por lo que toda esta historia se rompe un poco. Ha creado un gran grupo y seguro que habrá oportunidades para poder hacer más cosas, pero de momento somos varios los que nos quedamos un poco huérfanos. Aunque la semilla ya está ahí y esta afición ya no tiene vuelta atrás.
Los que habéis sufrido algún cambio en un equipo que estaba muy unido a su entrenador seguro que sabéis de qué hablo. El tiempo seguro que lo acaba curando, pero de momento... De momento, y a la espera de ver qué pasa más adelante, sólo tengo palabras de agradecimiento hacia esta gran persona. ¡Gracias Capitán!