Dicha pregunta también se la han formulado directores de documentales como Luc Jacquet , quien hace unos años, decidió pasar de las preguntas a las respuestas de un modo realmente interesante: viajando hasta la Antártida para rodar uno de los mejores documentales que se han rodado jamás no solo sobre climatología, sino también sobre la relación entre el hombre y la naturaleza. Dentro del cine de montaña, el cine polar es un subgénero realmente espectacular, que cuenta con una extensa filmografía. Luc Jacquet, quien ya había demostrado su buen hacer en zonas polares con March of the Penguins, se ha convertido en todo un referente dentro del documental, logrando que Antártica, Ice and Sky siga cosechando excelentes críticas a lo largo y ancho del planeta.
El paisaje atrapa al espectador, convirtiéndolo en un afortunado cómplice a lo largo de todo el metraje. Utilizo la palabra cómplice porque la película juega con maestría la carta de la proximidad, de la sencillez a la hora de transmitir un mensaje que, narrado de otra forma, podría resultar mucho mas complejo. Al igual que hacen los grandes directores (como Christopher Nolan en la sublime Interstellar), Luc Jacquet ha contado con la ayuda de Claude Lorius, científico de excepción, que se ha encargado de toda la dirección técnico-científica del proyecto. El objetivo en este tipo de colaboraciones es ser lo mas riguroso posible a la hora de exponer datos e información, elaborando un guión y un contenido que aporte el mayor número de información posible al espectador, de un modo dinámico y ameno. Lorius es un eminente glaciólogo francés, director emérito del CNRS y director del Laboratorio de Glaciología y Geofísica del entorno en Grenoble, desde 1983 hasta 1988. En el filme, Claude Lorius se convierte en el protagonista de un viaje único hacia el reino de los hilos, contando con la voz de Michel Papineschi como narrador y con imágenes de archivo cedidas por la familia de Jacques Cousteau.