"Unum tribus mundi”, esto es, "uno de los tres hospitales del mundo”, era el lema que presidía el altar mayor de la Iglesia de Santa Cristina.
Y no era exagerado si se advierte la estratégica situación del Hospital, en lo más alto del Somport (el Summus Portus), allí donde los peligros del camino, en forma de ventiscas de nieve y densa niebla, lo hacían más necesario y oportuno para el viajero.
Cuando cansados y hambrientos, los peregrinos alcanzaban el Hospital de Santa Crisitna, se les acogía gratuitamente por el tiempo máximo de tres días. Aquí tenían oportunidad de descansar del largo y penoso viaje, en edificio reservado para ellos, y se les ofrecía abundante comida que consistía en almuerzo, comida y cena.
La pitanza del almuerzo era un plato de sopa y dos "vasicos" de vino. La comida, algo más consistente, también eran sopas, con tres vasos de vino, más un plato de legumbres. Y para la cena, lo mismo, pero en vez de sopa un plato de carne.
Si llegaban enfermos, se les cuidaba hasta su recuperación. Si finalmente morían, se les enterraba en el pequeño cementerio adosado a la capilla.
Una vez reconfortados corporal y espiritualmente los peregrinos abandonaban Santa Cristina rumbo a Compostela o de vuelta a sus lejanos hogares.
El Hospital de Santa Crisitna de Somport, dejó definitivamente de emplearse en septiembre de 1808, un incendio arrasó por completo uno de los hospitales de peregrinos más importantes de la Europa Medieval.