Difícil es comenzar a escribir un reportaje, aun cuando en mi carrera vemos poco de redacción y casi nada comunicación; Pero las ganas de escribir y ser leído son más fuertes.
Mi última subida las Termas de Chillán tiene una historia especial. Practico Snowboard hace 2 años y de a poco me arme de un buen equipo, a punta de sacrificios y uno que otro negocio por Internet; De esa forma el día lunes 26 de julio de 2010, con los cantos afilados y la tabla encerada partía a una jornada muy esperada, nieve polvo y un día perfecto, mucho sol y nada de viento.
La Historia comienza cuando por motivos de la vida conocí al amigo de un amigo, el cual trabajaba en el hotel de las termas, y el que me dijo: “si algún día subes y no tienes plata para ticket, me llamas y si puedo te consigo uno, siempre y cuando se pueda”. Dicho y hecho, entre andar "ratoniando" y pedir un favor, prefería mil veces pedir el favor, ya que como dice mi padre, hablando nada se pierde. Cuando mis primos, también amantes de la nieve dijeron, el día sábado: "Pedacito el lunes es el día...", sin dudarlo me acorde de este personaje, y con las únicas 2 lucas en el bolsillo cargué el celular… Y bingo al cargarlo las minas que atendían se tupieron no me cobraron, al volver donde ellos les conté y sin duda se molestaron, pero seguía pensando entre mi, "tengo que hacerla, total si me gusta la miel… me tienen que picar las abejas..." Al rato llame a este amigo especial y me dijo que el domingo me decía si podía hacerme "la movida". Aquel sábado me acosté pensando que tenia que salir si o si. Al día siguiente escucho mi celular y era la llamada esperada, y la respuesta era un sí. Mi sonrisa era enorme y ya quería que llegara el día.
En mis 24 años que vivo en Chillán, recuerdo pocas veces haber visto tanta nieve, pasado la comuna de Pinto se veían las praderas y cultivos de blanco, y en el horizonte caía rendida a mis ojos aquella majestuosa y blanca montaña, su hermosura en un máximo esplendor. El camino fue duro y el rojo con las cadenas puestas, "aperraba" igual que uno.
Al llegar al las termas me di cuenta que ese día, era mi día y que en la temporada difícilmente se iba a poder repetir.
En la primera subida hasta la torre 25, al bajarme quede asombrado de lo precioso de la cordillera y del volcán Antuco, dejando retratado en mi teléfono lo perfecto del día y la claridad con que se podía ver la cordillera. Al ir bajando, con la máquina recién pasada y la nieve perfecta, mis primos me enseñaron un fuera de pista, pero tuvimos que caminar con la nieve hasta las rodillas.
Al llegar al pequeño valle quede boquiabierto, no pensé en ser capaz de bajar pues si me caía ¿Quien me salvaría? O más aún… ¿quién me salvaría si me atrapaba la avalancha y mil rollos más?, que solo yo y mi mente jugaban a crear más y más adrenalina y sentime como el mejor freeride de Chile. Al "tirarme" sentía como los cantos cortaban la nieve virgen, había escuchado muchas veces powder, pero que era para mi eso, si con suerte puedo escribir aquí, pero era 100% polvo, y seguía por la cota más alta y dejando la marca de mi tabla en la nieve, era la sensación de ser libre, de creer que la cordillera y yo estábamos conectados. Un giro y mi cintura hacia la fuerza necesaria y bajaba, cuando la velocidad era alta y pffffffff…. Era espuma… una caída de aquellas, hundidos con la nieve hasta en las entrepiernas, tan suave como un colchón, y ahí estábamos de nuevo tirandonos con gran felicidad.
Repetimos la subida unas 2 veces más, hasta que otros snowbordistas se dieron cuenta de "la picá" del día, además las piernas estaban cansadas y preferimos seguir bajando por la pista, disfrutando del día magnifico que nos había regalado la cordillera.
Al final del día, dábamos las gracias con mis primos por el día tan espectacular que nos había regalado la cordillera. Cuando pensábamos que estaba todo hecho, a nuestros ojos un freeride de verdad, que más tarde seria un conocido bajando el pirigallo, un espectáculo para los amantes de este deporte blanco, que a veces se viste de élite, pero que al final nos brinda la misma satisfacción a todos... estar en contacto con la blanca y majestuosa montaña.
Autor: Yarek Charaff
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