Esta encuesta del insigne forero Snowcowboy me hace reflexionar, una vez más, sobre si las escuelas están ofreciendo el producto adecuado y, ojo, sobre si los alumnos están bien informados de lo que están comprando. Igual, ahí lo dejo, ambos fenómenos unidos -que las escuelas de esquí estén en crisis y que la gente no quiera tomar clases a partir de cierto nivel- se deba a un sencillo fallo de concepto que pasa de boca en boca desde hace generaciones.
He comentado el tema varias veces: la gente está obsesionada con “corregir” supuestos “errores” que, en realidad, no son tales errores y, por tanto, no se pueden corregir. Cometemos fallos, no cabe duda, pero conocerlos por si solos no nos hace mejorar y, además, por mucho nivel que tengamos, dependiendo del las circunstancias siempre los vamos a experimentar. Aprender deportes consiste en adquirir habilidades. Se confunde carecer de ellas con tener “vicios” y eso genera problemas enormes, entre otros, el de la percepción, a la larga, de que las clases no tienen sentido. Como digo en el hilo que he citado arriba, no estoy dispuesto a pagar más por arreglar un reló roto que por comprarme uno nuevecito, juas, juas.
Y esta idea de corregir, en vez de enseñar, la llevamos difundiendo los profesores y las escuelas toda la vida. Los clientes no tienen culpa de que se les haya obsesionado con los deprimentes errores, en vez de haberles ofrecido la oportunidad sugerente de aprender habilidades que no tienen. Los alumnos se limitan a repetir las ideas que transmiten aquellas personas en las que confían.
Las antiguas águilas de bronce, plata y oro, o las versiones más modernas y elaboradas en forma de “pasaportes” o guías de nivel mostraban con enorme eficacia los objetivos que se persiguen para mejorar. Eran motivadoras y tenían una vocación descriptiva, objetiva y realista. Hay una diferencia inmensa entre ver los sucesivos pasos hacia dónde me dirijo y, por el contrario, creer que ya estoy allí, pensando que lo estoy haciendo mal, cuando es que todavía no he llegado. Sin embargo, no veo fomentar lo suficiente la idea de esa escalera con distintos hitos, habilidades, competencias, conocimientos con las que las personas pueden sentirse estimuladas y situarse, realistamente, en un escalón determinado de su progresión desde el que quieren subir al siguiente. Un sencillo "ecaparate" de disciplinas, destrezas y variedades técnicas, en vez de fallos potenciales, igual podría ayudar a los alumnos. Y atraerlos.
Cuando escucho a profesores o a alumnos hablar de errores y sobrevalorarlos, tengo la sensación cierta de que casi nadie tiene claras ni las habilidades que ya tiene, ni las que tiene que adquirir para cumplir sus deseos. Por tanto, es posible que esa legión de alumnos que abandonan las clases o que les parecen caras se deba a que perciben, consciente o inconscientemente, que están comprando un producto que, sencillamente, no existe.
¡Buenas huellas!
Carolo, noviembre de 2021