El articulín de la semana pasada ha abierto un debate interesante con multitud de comentarios - aquí y en las redes sociales - sobre el nivel de esquí que diversas personas creen que debería tener un técnico deportivo. Es magnífico, porque aquí estamos para proponer discusiones, aprender de los puntos de vista y tomar nota en lo que corresponda. Para eso vivimos en la era de internet; para aprovechar que se puede interactuar al momento y anónimamente con todo tipo de personas.
Volviendo al artículo, se constata una vez más que los lectores más airados no lo leen entero o, al menos, lo leen en diagonal y se quedan con solo una parte. Vamos hoy a tratar una de ellas que pasó la semana pasada desapercibida: la necesidad de que los instructores se mantengan al día, y tengan que hacer cursos de actualización para que sus títulos no “caduquen” y seguir trabajando con garantías.
Esto existe en muchas profesiones de todo tipo, en España y en otros países. Por ejemplo, en EEUU, para poder mantener activa tu acreditación de profesor o de entrenador tienes que inscribirte en, al menos, un curso de reciclaje cada dos años. Supongo que todos los que exigían la semana pasada más dificultades para los profesores noveles, ahora serán consecuentes y reclamarán la misma exigencia para si mismos… Lo cierto es que hay muchos profesionales que se mantienen actualizados y motivados (de hecho estos cursos existen y se hacen de manera voluntaria); pero también es verdad que, cientos de compañeros se sacan sus certificados y se echan a dormir creyendo que el simple paso del tiempo los hace mejores, aunque ello consista en mantener las mismas ideas fijas y seguir cometiendo los mismos errores año tras año.
Ignoro si las leyes españolas pueden regular algo así, o si debiera hacerlo un inexistente colegio profesional u otro ente que represente al gremio. Ya hay demasiadas leyes como para pedir aún más. Lo que sí veo claro es que, si de verdad creemos que un buen nivel de esquí, de habilidades y de conocimientos es necesario, y es además más ético, los cursos periódicos de actualización son imprescindibles.
Y es que además de enriquecedor es divertido y sugestivo. Como decía hace unos años, estos cursos hacen reencontrase cada cierto tiempo con viejos amigos y permitir que cada cual comparta sus conocimientos con el resto del gremio. Ello no solo sería un ejemplo de compromiso para esos instructores noveles a los que tanto quiere exigírseles, sino que, a la larga, contribuiría a que, de manera espontánea, se diera esa ansiada unificación de líneas técnicas y conceptos, entre otras muchas ventajas que hemos comentado en otros artículos.
En fin, entiendo que estas ideas que vierto exigirían pequeños cambios en la estructura de las enseñanzas: dificultad progresiva, control de los niveles que imparte cada grado, obligatoriedad del entrenamiento, adelantamiento de las prácticas, exigencia verdaderamente alta en los niveles superiores, implicación de alguna entidad independiente en la certificación de la calidad docente… Pasos que no son fáciles pero que, de revelarse necesarios tras una reflexión concienzuda, tal vez podríamos ir dando para beneficio de instructores, entrenadores, atletas y alumnos.
¡Buenas huellas!
Carolo, 2018