Por fin estoy ya de vuelta instalado en mi nueva casa de Austria, en una pequeña estación que, aunque modesta, ha sido la cuna de esquiadores como Thomas Sykora, Kathrin Zettel o Andreas Buder. Trabajo con un viejo conocido, Johannes Putz, en una de las organizaciones docentes más interesantes que he conocido: JoSchi.
Ustedes me perdonarán que lleve más de dos semanas sin escribir una línea, ja, ja, pero es que entre la cantidad de kilómetros que me he hecho y todas las novedades que he tenido que asimilar (fiestas de bienvenida incluidas) no he podido darle a la tecla.
Tenemos la suficiente nieve, y el ambiente de trabajo va desde la seriedad extrema de las frías madrugadas, al apresquí desmesurado tan típico de las estaciones austriacas. Se vive bien aquí; a la vez tranquilo y rodeado de extraordinarios profesionales. Y de aquí saldrá (eso espero) la forma final del libro sobre esquí y sensaciones en el que comencé a trabajar en mi querida Kirkwood, en California.
En fin, les dejo por el momento, mañana pretendo contarles más novedades. Hasta entonces, espero que las nevadas que se avecinan nos permitan hacer
¡Muy buenas huellas!