Mucha gente me pregunta cómo tumbarse más al final de
una vuelta, cómo controlar la velocidad en una fuerte pendiente en giros
amplios o cómo es eso de iniciar un viraje “colgándose” desde el techo de
la curva. Todos estos gestos - que hoy llevamos a cabo fácilmente gracias a los
esquíes de carving – se pueden mejorar con un truco simplísimo que no tiene
que ver con la cadera, las rodillas, la separación de las piernas ni nada de
eso, sino con algo mucho más sencillo: el rabillo del ojo.
Cuando ya somos capaces de
conducir una vuelta aceptablemente, es posible que nos encontremos con que en
las palas fuertes no somos capaces de controlar muy bien la velocidad. El truco
para conseguirlo sin derrapar es remontar en la pendiente. Para ello, nada mas
comenzar el viraje, miraremos con el rabillo del ojo al monte, al lugar hacia el
que queremos – precisamente – “remontar”. Esto, por una cuestión biomecánica
que aquí se hace muy extenso explicar, hace que nuestro cuerpo se mantenga
centrado y perpendicular a la trayectoria del viraje, pero lo mejor es que hace
que inconscientemente se incline uno más al interior pues es allí adonde
tiende a mirar. ¿A que es sencillo?
Con esto se consigue una buena
dosificación entre la angulación y la inclinación, lo que facilita el trabajo
de los esquís y asegura una buena conducción, fluida y con velocidad más o
menos constante. Pero lo mejor es que todo el gesto se lleva a cabo de una
manera más rápida y dinámica. Por ejemplo, en la bicicleta de montaña es
igual; inclinarse más no es tanto una cuestión de “tirarse” adentro de la
curva como de mirar al lugar adecuado y, así, tumbar ni más ni menos de lo que
pida el viraje.
En cuanto queramos iniciar la
siguiente vuelta no tendremos más que utilizar de nuevo la mirada y, aquí
viene lo bueno. Al girar la cabeza hacia el valle, debido como dije antes a la
mecánica de nuestra “arquitectura ósea y muscular”, nos encontraremos de
repente lanzándonos hacia la máxima pendiente y comenzando el siguiente
viraje. Este gesto, bien compenetrado con las propiedades de reacción de los
esquís (y, por supuesto, la intención de comenzar una nueva vuelta) es una de
las mejores armas para iniciar un giro a mucha velocidad. Observad, por ejemplo,
a Hermann Maier o a cualquier corredor de Copa del Mundo cómo gira la cabeza
sistemáticamente cada vez que inicia una vuelta en un muro.
Todo esto tiene una explicación
muy compleja pero que puede resumirse en algo muy simple, y es que el cuerpo
tiende a ir hacia donde se mira. Utilizando el rabillo del ojo se esquía más
dinámico y más seguro, porque uno dirige el vehículo por donde quiere y con más
anticipación.
¡Buenas huellas!
Carolo©2001