Lo que hizo Ted Ligety en el Gigante de Soelden fue una clase magistral. Dos bajadas perfectas, más de dos segundos y medio de ventaja y esa sensación que solo los más grandes son capaces de transmitir: hacer que lo difícil parezca fácil. Ligety recordó a la Marlies Schild del año pasado, la que arrasaba en cada eslalon con una superioridad pasmosa y una técnica impecable.
De todos modos, más allá del Ligety marciano, la carrera masculina de Soelden resultó apasionante. Manfred Moelgg (segundo) y Marcel Hirscher (tercero) completaron en la segunda manga sendas bajadas sensacionales. Un espectáculo bajo la intensa niebla y la copiosa nevada que merece la pena volver a ver (minuto 30:15 del vídeo para la segunda bajada de Hirscher, 37:35 para la de Moelgg y 39:15 para la de Ligety):
Así, todo apunta a que en la rivalidad entre Hirscher y Ligety en los gigantes va a estar uno de los puntos calientes de la temporada. Uno de esos duelos que crean afición. A Ligety, que tantó se quejó de ellos, los nuevos esquís le vienen como anillo al dedo. Ese juego de basculación del peso sobre las colas y esos movimientos depuradísimos de rodillas que son marca de la casa del americano son la mejor respuesta a la rigidez de las tablas. Los esquís exigen más físico y dan menos margen de error. Y a Ligety, que está hecho un toro y es un maestro de la técnica, ambas cosas le vienen de perlas.
La mejor noticia para Hirscher es que no ha perdido el atrevimiento. Ese desparpajo sobre los esquís que le dio el título de la 2011-12. El estilo del austriaco se basa en la agresividad y unas piernas de acero. Su juventud y la ausencia de lesiones graves en su carrera le permiten bajar con un punto de temeridad que hace de cada uno de sus descensos una carrera al límite. Además, en Soelden volvió a demostrar que cuando mejor corre es cuando menos se espera de él. En la primera manga una discreta actuación le colocó en el octavo puesto. Y en la segunda lo arregló con un bajadón de infarto.
Así que, de momento, aquí el maestro sigue siendo Ligety. Hirscher no tiene su estilo depurado, pero sigue estando ahí, listo para hincarle el diente a cualquier error del americano. Ni pierdan detalle.