Y hacia allá fuimos.
Al llegar, el paisaje no difería del que nos encontramos semanas después del cierre de las estaciones.
Pero ya frente a las ventanillas de venta de tickets, algo diferente se intuía.
La misma impresión nos llevábamos al echar una mirada al estacionamiento.
Subiendo por la silla Las Pircas, desde la base, el panorama era desolador.
Y de pronto, ante nuestros ojos aparecía el bowl San Antonio.
Un paraíso blanco se observaba desde la telesilla Punta Guanaco.
Las pistas a la derecha de la silla presentaban también un aspecto alucinante.
Desde la parte alta de San Antonio, algunas huellas marcadas, cientos por marcar.
Foto tomada desde el retorno de la silla Punta Guanaco. En la próxima imagen veremos que ningún sacrificio es poco para conseguir la línea soñada.
El T-Bar (no funcionaba) y sus pistas, a las que accedíamos luego de un breve recorrido desde Punta Guanaco.
El camino de acceso a la zona Valle Azul, y sus paredes muy bien aprovechadas por los más expertos.
Valle Azul I, II y III igualmente atractivas para el snowboard y el esquí.
Y ese fue el regalo de la naturaleza en este Octubre increíble.